Cristiano, ¿Alguna vez has meditado, y me refiero a, te has detenido a pensar, realmente pensar, contemplar,
narrar para tus adentros, en el acto de amor más grande alguna vez hecho por ti...y por mi?
Cuando venimos a Cristo lo hacemos movidos por un profundo reconocimiento de nuestra terrible necesidad de él, abrumados por la perversidad de nuestros pecados, maravillados por la abundancia de Su perdón...sí, que hermosos y atesorables son esos momentos de profunda convicción, cuando vislumbramos un destello de esa misericordia sin comparación. Pero, hermano/a, ¿qué tan a menudo tenemos esa 'revelación' sobrecogedora, que nos roba el aliento, que nos deja sin palabras, que nos humilla y hacer callar de amor ante la inmensidad de Sus maravillas?
En los últimos meses de éste año, he pensado en mi 'experiencia de conversión', sí, ese momento señalado, con día y hasta hora para muchos hermanos, en el que experimentamos por primera vez en nuestra vida ese arrepentimiento profundo que nos trajo a los pies de nuestro Salvador, y que fue ese momento clave para volvernos de una vida de pecado y continua rebeldía. Bueno, yo no he tenido 'eso'.
...Pero antes de que pienses otra cosa :) déjame aclarar de una vez a que me refiero. Soy una de esas personas que creció escuchando acerca de Jesús, tuve padres creyentes, fui a un colegio cristiano donde aprendí himnos, memoricé versículos, y quizás fue allí donde tuve los mejores años de mi vida, le agradezco al Señor tanto por ello. Y sí, haber crecido escuchando la historia de Jesús, asistiendo a servicios dominicales, yendo a campamentos juveniles, teniendo grupos de oración, leyendo casi con regularidad la Biblia cada mañana -aunque entendiera poco- me hizo por mucho tiempo una 'cristiana por herencia'...algo así ;)
Pero Dios en Su infinita misericordia se reveló a mi como verdaderamente es él, mejor dicho, donde antes había un orgullo religioso, de esos que dicen
'Dios tuvo que haber visto algo muy bueno en mi para bendecirme y escogerme', ahora, la revelación de Su santidad, de Su justicia, de Su amor, me llevó sobre mis rodillas y me hizo clamar misericordia, y llorar mi pecado, y volverme de un camino de seguridad en las obras, de justicia propia y orgullo religioso, al camino de la gracia y perdón inmerecidos de mi sublime Salvador.
Pero, ésto no sucedió un día que recuerdo con fecha y hora, él sí ha cambiado mi corazón egoísta, egocéntrico, terrenal, de piedra y ha colocado un corazón de carne que responde, y anhela responder siempre a Su perfecta voluntad en confiada obediencia.
A veces escucho testimonios de conversión tan espectaculares y conmovedores, donde la obra redentora de Cristo es evidente en todo sentido para el ojo humano, y me gozo y alabo al Señor por tan impresionantes maravillas. Pero, ¿qué tanto hemos reducido el maravillarnos ante la revelación de la obra redentora de Cristo en la cruz a un único momento en que entregamos nuestras vidas a Jesús?
Hermano/a, ese asombro, esa experiencia sobrecogedora de la gloria de Dios continua siendo algo presente en tu vida?..aun después de años, o meses, o días, ¿todavía te encuentras de rodillas al pie de tu cama, maravillado, callado de amor o cantando de gozo, sólo contemplándole a Él, sólo pensando en él? O ¿te has acostumbrado a las rutinas de ésta vida, sí, no has vuelto al mundo, te has mantenido limpio, lees tu Biblia, tienes comunión con otros creyentes, oras, pero, de alguna forma la pasión que inundó tu corazón cuando le conociste, el asombro sobrecogedor de vislumbrar su gloria ya no hace parte de tu vida cristiana?
Mi intensión no es despertar en ti sentimientos de condenación, no, de ninguna manera, antes mi deseo es, si en alguna forma puedo, en la torpeza de mis palabras, hacerte pensar, moverte a anhelar de nuevo ese primer amor que experimentaste al conocerle a El. Hermano/a, no tiene porque acabar, no tiene porqué menguar tu amor por él, tu pasión por él. Y no, no me estoy refiriendo a una mera emoción, ni apelando solo a tus sentimientos, aunque estas cosas sin duda hacen parte, porque fuimos
creados con ellas, para agradarle a El; entonces no es exagerado ni vano pensar que con todas ellas podemos -debemos- alabarle, que él es digno de que todo nuestro ser, no sólo en el espíritu dispuesto, no sólo en el cuerpo doblegado, sino también en el alma sobrecogida, sumergida en Él seamos hallados en la fe de Cristo.
Es cierto que la madurez nos hace sobrios, y con los años y la experiencia adquirimos una perspectiva mas práctica y modesta de las cosas que nos rodean, sin embargo eso no equivale a conformarnos con una fe 'vieja', el Cristianismo no se hace viejo, no es algo que va menguando o deshaciendo como lo hace el cuerpo físico, el apóstol Pablo se refiere a ésto cuando dice que nuestro carne se va desgastando, pero que nuestro hombre interior se renueva de día en día, o como de gloria en gloria!
"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. "2 Corintios 3:18
Hermano/a la fe cristiana nos otorga un carácter sobrio, una sabiduría que no necesariamente se relaciona con la edad física, ni con los años que pasaron luego de la conversión; pero también nos equipa con la fe de Cristo que nos conforma cada vez más a Su imagen, ¡vamos creciendo! ¿No es emocionante? ¡Yo creo que sí! Saber que día a día, a través de cada prueba, de cada circunstancia rutinaria de la vida, tengo la
gran oportunidad de ser conformada a la imagen de Cristo, de cargar mi cruz, de decirle no a una carne perezosa y rebelde y decirle sí a un espíritu obediente y de servicio; todo esto me lleva a poner mi mirada en él, y pedirle una sola cosa, una única cosa, 'Señor, confórmame a tu imagen, glorficate a través de mi!, Señor, ¿cómo puede honrarte hoy?', y, el Señor escucha esa oración, a través de mis fracasos, y cuando las distracciones de esta vida temporal que vivimos absorben mi tiempo y mis pensamientos, él es fiel en revelarse una y otra ves a mi, en atraer mi mirada de nuevo a esa preciosa cruz, a ese momento 'crucial' del Golgota cuando él entregó su vida por mi, y por ti.
Piensa conmigo unos minutos, si en algo, con estas escasas palabras que poseo puedo pintarte ese sublime momento...medita en esta impresionante verdad:
Dios, siendo santo, todopoderoso, eterno, vino a este mundo, despojándose de toda su gloria y honor, se hizo hombre,
como uno de nosotros...!!... vivió en medio nuestro, sufrió la cruz y el vituperio, la deshonra de hombres pecadores...
¡sus criaturas! la burla de humanos arrogantes y malvados, la humillación pública, la muerte mas despreciable de la época, siendo crucificado junto a ladrones, hombres violadores de la ley. El Hijo de Dios, que anduvo
sin pecado, que fue
obediente hasta la muerte, que jamás se rebeló a la ley de Su Padre, sino que se
deleitó en cumplirla, ése Jesús, que ha sido desde el principio, aquella Palabra que era con Dios y creó todas las cosas, la misma sustancia de la divinidad de Dios, murió como el peor de los hombres; y resucitó para darnos vida juntamente con él. Sí, para satisfacer la justicia de un Dios que es justo, y que aborrece el mal, sí, para la gloria de Su Nombre. Pero, no nos destruyó... ¿no es maravilloso? Él pudo haber decido acabar con la raza humana cómo lo hizo en los días de Noé, él pudo haber creado otra generación que reflejara continuamente Su carácter en la tierra, pero no lo hizo así, por su bondad, no fuimos consumidos. Hermano/a tuvo misericordia de nosotros, nos amó, nos proveyó de un Salvador que muriera en nuestro lugar, que pagara la cuenta que nosotros jamás podríamos pagar, para que nosotros le pudiéramos llamar
Abba Pabre, para que pudiéramos ser llamados
'hijitos' por un Dios Santo que nos ve a través de Su Hijo....¿no te roba el aliento este profundo, increíble amor?
Ah, cristiano, vuélvete a enamorar de tu Señor, sacúdete de la fe vieja que te limita a una rutina y a cíclicas discusiones teológicas y que de alguna manera hacen parecer a veces esa fe que proclamas, como un método, como una cosa demasiado empaquetada, y muerta, que no deja lugar a que como un niño puedas sentarte a los pies del Maestro, a escuchar de él, a verle a El obrar, a admirarle a El y sólo contemplarle a El.
Como María, escoje la mejor parte; siéntate, escúchale, cántale, calla de amor, mírale,
no pierdas tu primer amor. Cristo en nosotros es la esperanza de gloria, Su persona, Su carácter, Su fe es la que nos salva.... ¿estas enamorado de Cristo? ¿Todavía cuando ves a tu Amado, te quita el aliento, te pone de rodillas, te saca las lágrimas, te llena de alegría? ¿Sonríes sólo por que él te amó?
Quiero tener más momentos, no... quiero SIEMPRE tener una sonrisa en mi corazon, en mi rostro por aquel que me amó. Ha sido tan bonito gozarme en El y sonreír por El, cuando en las tareas cotidianas, mientras lavo los platos, o preparo el almuerzo, sí, durante esos pequeños momentos de mi día, que mi mente sólo se ocupa en una cosa, y ¡puedo sonreír por Su amor...!!
Hermano/a, piensa en esto, si nos emocionamos y sonreímos y nos gozamos, por un nuevo trabajo, por una carrera, por una persona especial en nuestras vidas, si todas esas cosas pueden sacarnos una sonrisa, y suspiros de alegría y expectación,
¿cuanto más no lo hará el Señor? Todas esas cosas, buenas y hermosas como son, son temporales, cesarán, pero El, Su Palabra que es Cristo NUNCA pasará, es Eterno, ¡y nosotros tenemos la inmerecida bendición de comenzar a conocerle desde ya! Ah! que él robe nuestros suspiros, que él llene de alegría nuestro corazon, que él ocupe nuestros pensamientos, EL, solo El, por se Quien es, no por lo que me da, sino por que Él es digno.
Recordemos las palabras que el Señor dice al ángel de la iglesia de Efeso en el Apocalipsis, permitamos que obre como 'diagnosticador' de nuestro corazón, y corramos a la fuente de agua de Vida Eterna.
"Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. " Apoc 2:2-4
Amados, fijemos nuestros ojos en El, y pidamosle que nos ayude a mantenerlos ahí; no importan cuales sean o no sean nuestras circunstancias.
Que nuestro gozo dependa unicamente de El. Hermanos tenemos la maravillosa oportunidad de conocerle a El y de reflejar a los demás el gozo de Cristo, de vivir una vida Cristiana que habla más que las palabras, una vida que es una carta abierta a todos los hombres, una carta que testifique de las misericordias de Dios para con nosotros.