martes, 31 de agosto de 2010

James Hudson Taylor PARTE I -

Hudson Taylor circa 1865Creo que el momento es preciso para comenzar a compartir inspiradoras y emocionantes biografías de hombres y mujeres de fe que Dios ha usado a lo largo de la historia para extender Su Reino sobre las naciones.
Para muchos no es desconocida la historia del misionero ingles Hudson Taylor. Numerosas experiencias y anécdotas de su vida han servido de gran inspiración y motivación para los creyentes a lo largo y ancho de la tierra. Yo he sido uno de esos creyentes y por eso hoy quiero compartir con ustedes la maravillosa historia de este hombre de coraje y fe. La fuente de donde saqué esta biografía llegó a mi recientemente. En las próximas entradas estaré compartiendo sustanciales extractos de la vida y ministerio de Hudson Taylor.
Les dejo entonces con la primera parte de la emocionante y retadora vida de fe de este sencillo misionero.
Biografía: James Hudson Taylor PARTE I
EL PADRE DE LAS MISIONES MODERNAS
James Hudson Taylor nació el 21 de mayo de 1832 en un hogar cristiano. Su padre era farmacéutico en Barnsley, Yorkshire (Inglaterra), y un predicador que en su juventud tuvo una fuerte carga por China. Cuando Hudson tenía sólo cuatro años de edad, asombró a todos con esta frase: «Cuando yo sea un hombre, quiero ser misionero en China».
La fe del padre y las oraciones de la madre significaron mucho. Antes de que él naciera, ellos habían orado consagrándolo a Dios precisamente para ese fin.
Sin embargo, pronto el joven Taylor se volvió un muchacho escéptico y mundano. Él decidió disfrutar su vida. A los 15 años entró en un banco local y trabajó como empleado menor donde, puesto que era un adolescente bien dotado y alegre, llegó a ser muy popular. Los amigos mundanos le ayudaron a ser burlón y grosero. En 1848 dejó el banco para trabajar en la tienda de su padre.
Conversión y llamamiento
Su conversión es una historia asombrosa. Una tarde de junio de 1849, cuando tenía 17 años, entró en la biblioteca de su padre. Echaba de menos a su madre que estaba lejos, y quería leer algo para pasar el rato. Tomó un folleto de evangelismo que le pareció interesante, con el siguiente pensamiento: «Debe haber una historia al principio y un sermón o moraleja al final. Me quedaré con lo primero y dejaré lo otro para aquellos a quienes le interese».
Pero al llegar a la expresión «la obra consumada de Cristo» recordó las palabras del Señor «consumado es», y se planteó la pregunta: «¿Qué es lo que está consumado?». La respuesta tocó su corazón, y recibió a Cristo como su Salvador.
A esa misma hora, su madre, a unos 120 kilómetros de allí, experimentaba un intenso anhelo por la conversión de su hijo. Ella se encerró en una pieza y resolvió no salir de allí hasta que sus oraciones fuesen contestadas. Horas más tarde salió con una gran convicción. Diez días más tarde regresó a casa. En la puerta le esperaba su hijo para contarle las buenas noticias. Pero ella le dijo: «Lo sé, mi muchacho. Me he estado regocijando durante diez días por las buenas nuevas que tienes que decirme.»
Más tarde Hudson se enteró de que también su hermana, hacía un mes, había iniciado una batalla de oración a favor de él. «Criado en tal ambiente, y convertido en tales circunstancias, no es de extrañar que desde el comienzo de mi vida cristiana se me hacía fácil creer que las promesas de la Biblia son muy reales».
Sin embargo, a poco andar, Hudson empezó a sentirse descontento con su estado espiritual. Su «primer amor» y su celo por las almas se había enfriado. En una tarde de ocio de diciembre de 1849 se retiró para estar solo. Ese día derramó su corazón delante del Señor y le entregó su vida entera. «Una impresión muy honda de que yo ya había dejado de ser dueño de mí mismo se apoderó de mí, y desde esa fecha para acá no se ha borrado jamás». Poco tiempo después, sintió que Dios le llamaba para servir en China.
Desde entonces su vida tomó un nuevo rumbo, pues comenzó a prepararse diligentemente para lo que sería su gran misión. Adaptó su vida lo más posible a lo que pensaba que podría ser la vida en China. Hizo más ejercicios al aire libre; cambió su cama mullida por un colchón duro, y se privó de los delicados manjares de la mesa. Distribuyó con diligencia tratados en los barrios pobres, y celebró reuniones en los hogares.
Comenzó a levantarse a las cinco de la mañana para estudiar el idioma chino. Como no tenía recursos para comprar una gramática y un diccionario –muy caros en ese tiempo– estudió el idioma con la ayuda de un ejemplar del Evangelio de Lucas en mandarín. También empezó el estudio del griego, hebreo, y latín.
En mayo de 1850 comenzó a trabajar como ayudante del Dr. Robert Hardy, con quien siguió aprendiendo el arte de la medicina, que había comenzado con su padre. Sabía de la escasez de médicos en China, así que se esmeró por aprender.
En noviembre del año siguiente, tomó otra decisión importante: para gastar menos en sí mismo y poder dar más a otros, arrendó un cuarto en un modesto suburbio de Drainside, en las afueras del pueblo. Aquí empezó un régimen riguroso de economía y abnegación, oficiando parte de su tiempo como médico autonombrado, en calles tristes y miserables. Se dio cuenta que con un tercio de su sueldo podía vivir sobriamente. «Tuve la experiencia de que cuanto menos gastaba para mí y más daba a otros, mayor era el gozo y la bendición que recibía mi alma».
La fe es probada
Sin embargo, por este tiempo Hudson Taylor tuvo una dolorosa experiencia. Desde hacía dos años conocía a una joven maestra de música, de rostro dulce y melodiosa voz.
Él había alentado la esperanza de un idílico y feliz matrimonio con ella. Pero ahora ella se alejaba. Viendo que nada podía disuadir a su amigo de sus propósitos misioneros, ella le dijo que no estaba dispuesta a ir a China.
Hudson Taylor quedó completamente quebrado y humillado. Por unos días sintió que vacilaba en su propósito, pero el amor de Dios lo sostuvo. Años más tarde diría: «Nunca he hecho sacrificio alguno». No habían faltado los sacrificios, es verdad, pero él llegó a convencerse de que el renunciar a algo para Dios era inevitablemente recibir mucho más. «Un gozo indecible todo el día y todos los días, fue mi feliz experiencia. Dios, mi Dios, era una Persona luminosa y real. Lo único que me correspondía a mí era prestarle mi servicio gozoso».
Entre tanto, la carga por la evangelización de China se hacía cada vez más fuerte en su corazón.
A su madre le escribía: «La tarea misionera es la más noble a que podamos dedicarnos. Ciertamente no podemos ser insensibles a los lazos humanos, pero ¿no debemos regocijarnos cuando hay algo a lo que podemos renunciar por el Salvador? ¡Oh, mamá, no te puedo decir cómo anhelo ser misionero... Piensa, madre mía, en los doce millones de almas en China que cada año pasan a la eternidad sin Aquel que murió por mí!... ¿Crees que debo ir cuando haya ahorrado suficiente para el viaje? Me parece que no puedo seguir viviendo si no se hace algo por China».
Pero había algunas consideraciones –aparte del dinero para el viaje– que aún lo detenían. Él sabía que en China no tendría ningún apoyo humano, sino sólo Dios. No dudaba que Dios no fallaría, pero ¿y si su fe fallaba? Sentía que debía aprender, antes de salir de Inglaterra, «a mover a los hombres, por medio de Dios, sólo por la oración». Así que decidió ejercitar su fe, y estar así preparado para lo que vendría. Muy pronto encontró la manera de hacerlo.
Su patrón le había pedido que le recordara cuándo era el tiempo en que debía pagarle su sueldo trimestral, pero él se propuso no recordárselo, sino orar para que Dios lo hiciera.
De esa manera vería la mano de Dios moverse en respuesta a su oración. Pero al llegar la fecha, el patrón lo olvidó. Como aún le quedaba una pequeña moneda, y no tenía mayor necesidad, siguió orando sin decirle nada a su patrón. Ese domingo un hombre muy pobre fue a buscarlo porque su esposa agonizaba. Allí comprobó que esa familia con cinco niños tristes, y la madre con un bebé de tres días en sus brazos, se moría de hambre.
En su corazón él deseaba haber tenido su moneda convertida en sencillo para darle algo, sin quedar en blanco. Para el día siguiente, él mismo no tenía qué comer.
Mientras intentaba alentar a la familia, su corazón le reprochaba su hipocresía e incredulidad. Les hablaba de un Padre amoroso que cuidaría de ellos, pero no creía que ese mismo Padre pudiera cuidar de él, si es que entregaba todo su dinero. Su oración le pareció falsa y vacía. Cuando ya se retiraba, el hombre le rogó: «Ya ve usted la situación en que estamos, señor. Si puede ayudarnos, ¡por amor de Dios hágalo!» Entonces Hudson sintió que el Señor le recordaba las palabras: «Al que te pida, dale».
Así que, obedeciendo con temor, metió la mano en el bolsillo y le dio su única moneda. «Recuerdo bien que esa noche, al regresar a mi cuarto, el corazón lo sentía tan liviano como el bolsillo. Las calles desiertas y oscuras retumbaban con un himno de alabanza que no pude contener.»
A la mañana siguiente, mientras desayunaba lo último que le quedaba, le llegó una carta. Venía sin remitente y sin mensaje. En ella sólo venía un par de guantes de cabritilla. Y en uno de ellos había una moneda ¡de cuatro veces el valor de la que había regalado! Esa moneda lo salvó de la emergencia, y le enseñó una lección que nunca olvidaría. Sin embargo, el doctor seguía sin recordar su compromiso, así que siguió orando. Pasaron quince días, pero nada.
Desde luego, no era la falta de dinero lo que más lo mortificaba, pues podía obtenerlo con sólo pedirlo.
El asunto era: ¿Estaba en condiciones de ir a China o su falta de fe le sería un estorbo? Y ahora surgía un nuevo elemento de preocupación.
El sábado por la noche debía pagar el arriendo de su pieza, y no tenía dinero. Además, la dueña de la pieza era una mujer muy necesitada.
El sábado en la tarde, poco antes de terminar la jornada semanal, el doctor le preguntó: «Taylor, ¿es ya el tiempo de pagarle su sueldo?».
Él le contestó, con emoción y gratitud al Señor, que hacía algunos días ya había vencido el plazo. El médico le dijo: «Ah, qué lastima que no me lo recordara. Esta misma tarde mandé todo el dinero al banco. Si no, le hubiera pagado en seguida.»
Muy turbado, esa tarde Hudson tuvo que buscar refugio en el Señor para recuperar la paz. Esa noche, se quedó solo en la oficina, preparando la palabra que debería compartir al día siguiente. Esperaba que el llegar esa noche a su cuarto, ya la señora estuviese acostada, así no tendría que darle explicaciones. Tal vez el lunes el Señor le supliera para cumplir su compromiso.
Era poco más de las diez de la noche, y estaba por apagar la luz e irse, cuando llegó el médico. Le pidió el libro de cuentas, y le dijo que, extrañamente, un paciente de los más ricos había venido a pagarle. El doctor anotó el pago en el libro y estaba por salir, cuando se volvió y, entregando a Hudson algunos de los billetes que acababa de recibir, le dijo: «Ahora que se me ocurre, Taylor, llévese algunos de estos billetes. No tengo sencillo, pero le daré el saldo la próxima semana».
Esa noche, antes de irse, Hudson Taylor se retiró a la pequeña oficina para alabar al Señor con el corazón rebosante. Por fin, supo que estaba en condiciones para ir a China.
El sueño comienza a cumplirse
En otoño de 1852, se trasladó a Londres, donde se matriculó como estudiante de medicina en uno de los grandes hospitales. Aunque la Sociedad para la Evangelización de China (CES por sus iniciales en inglés) le ayudó sufragándole parte de sus gastos, él continuó dependiendo en todo lo demás directamente del Señor. Cuando solamente tenía 21 años de edad, y aún no había acabado sus estudios, se le abrió inesperadamente la puerta, por lo que tuvo que embarcarse para Shanghai a la brevedad.
Desde China habían llegado informes de que el líder revolucionario de los Taiping solicitaba misioneros para la propagación del evangelio, que él mismo había abrazado tiempo atrás. Así que la CES decidió enviar a Hudson Taylor, esperando enviar a otro misionero un poco más adelante.
Taylor se embarcó en Liverpool en septiembre de 1853, en el buque de carga Dumfries, llevando en su equipaje mucha de literatura en idioma chino para distribuir. Nunca olvidaría el grito desgarrador de su madre al verlo partir. Allí en la nave, era el único pasajero.
Fue un viaje tempestuoso; en dos ocasiones estuvieron a punto de naufragar. La navegación se calmó cerca de Nueva Guinea. El capitán se desesperó cuando una corriente los llevaba rápidamente hacia los arrecifes de la costa, donde los caníbales les esperaban con fogatas encendidas. Taylor y otros se retiraron a orar y el Señor envió una fuerte brisa que los puso a salvo. Arribaron a Shanghai en marzo de 1854, tras seis largos meses de navegación.
¡El viaje normalmente tomaba cuarenta días!
Hudson Taylor no estaba preparado para la guerra civil que encontró a su arribo. La revolución había comenzado a degenerarse rápidamente. Muchos de los líderes rebeldes habían abrazado el cristianismo sólo por motivos políticos. «No conocían mucho del espíritu cristiano y no manifestaban ninguno». El destino de Taylor era Nanking, en el norte, pero sólo pudo establecerse en Shanghai, donde fue acogido por el doctor Lockhart.
A su alrededor había miseria, violencia y muerte. Sus ojos se inflamaron, sufrió dolores de cabeza y pasaba mucho frío. En su gracia, Dios permitía que desde el principio estuviera rodeado de muchas dificultades, para así prepararlo en las tareas que habría de enfrentar más adelante.
Pese a estas dificultades, en los dos primeros años que estuvo Hudson Taylor en China, realizó diez viajes misioneros desde Shanghai, en pequeñas embarcaciones que servían a la vez de albergue. Con la llegada del misionero Parker pudo realizar una labor más amplia, distribuyendo 1800 Nuevos Testamentos y más de 2.000 tratados y folletos. Poco después, sin embargo, los Parker se trasladaron a Ningpo y él se quedó solo.En parte para explorar lugares de futura residencia y también para evitar los senderos de los nacionalistas, Hudson Taylor realizó un viaje por el Yangtze en barco. Visitó 58 pueblos, de los cuales sólo siete habían visto a un misionero alguna vez. Predicó, removió tumores y distribuyó libros.
A veces, las personas huían de él, o le lanzaban barro y piedras. Su aspecto occidental, cómico y carente de dignidad para los chinos, distraía continuamente a las audiencias. Esto le llevó a tomar una decisión radical, que habría de hacerle acepto a los chinos, pero casi abominable a los ingleses: Se vistió a la usanza china, con la cabeza rasurada por el frente y con el cabello de la parte posterior tomado en una larga trenza. Desde ese día, pudo realizar la obra con mayor eficacia.
En octubre de 1855 dejó Shanghai para ir a Tsungming, una gran isla en la desembocadura del Yangtze, con más de un millón de habitantes y ningún misionero. Allí fue muy bien recibido por la gente, en parte por sus labores médicas. Sintió que ése sería un buen lugar para establecerse y volvió a Shanghai para reabastecerse de medicamentos, recolectar cartas y proveerse con ropa de invierno.
Sin embargo, las autoridades le ordenaron abandonar Tsungming, pues los doctores locales se quejaron porque estaban perdiendo su negocio a causa del doctor extranjero. Además, según los acuerdos binacionales, los extranjeros sólo podían morar en los puertos, y no en el interior del país. Estas seis semanas en la isla fueron su primera experiencia en el «interior».
En este tiempo, Hudson Taylor habría de hallar un motivo de mucho gozo y compañerismo cristiano. Conoció a William Burns, un evangelista escocés, con quien congenió en seguida, pese a la disparidad de sus edades. Burns era un hombre muy eficaz en la Palabra y de mucha oración. Durante siete meses trabajaron juntos con mucho provecho. Pronto, Burns se dio cuenta que su compañero lograba un mayor acercamiento a la gente, así que él también decidió rasurarse y vestirse como ellos.
En febrero de 1856, ambos fueron llamados a Swatow, 1.500 kilómetros al sur. Tras 4 meses de servicio allí, y pese a las muchas dificultades, Dios bendijo su trabajo, así que pensaron establecerse en ese lugar. Burns pidió a Taylor que fuese a Shanghai a buscar su equipo médico, que les era de gran necesidad. Cuando éste llegó encontró que casi todos sus suministros médicos habían sido destruidos accidentalmente en un incendio.
Entonces vino la penosa noticia de que Burns había sido arrestado por las autoridades chinas y enviado hasta Cantón, y que a él se le prohibía regresar a Swatow. «Esos meses felices fueron de inexpresable gozo y consuelo para mí. Nunca tuve un padre espiritual como el Sr. Burns. Nunca había conocido una comunión tan segura y tan feliz. Su amor por la Palabra era una dicha, y su vida santa y reverente, y su constante comunión con Dios hicieron que su compañerismo satisficiera las ansias más profundas de mi ser».
Poco después, Swatow estuvo en el ojo del huracán, a causa de la guerra anglo-china, por lo que Hudson Taylor pudo comprobar que todas las circunstancias son ordenadas por Dios para favorecer a los que le aman.
Taylor decidió quedarse en Ning-po, donde el doctor Parker había establecido un hospital y un dispensario farmacéutico. Por ese tiempo, Hudson Taylor había quedado casi en la indigencia.
Le habían robado su catre de campaña, ropa, dos relojes, instrumentos quirúrgicos, su concer-tina, la fotografía de su hermana Amelia y una Biblia que le había dado su madre. Además, la CES estaba en bancarrota. Había tenido que conseguir dinero para pagar a sus misioneros, así que Hudson se vio impelido a renunciar, por motivos de conciencia. «Para mí era muy clara la enseñanza de la Palabra de Dios «No debáis a nada nada»... Lo que era incorrecto para un solo cristiano, ¿no lo era también para una asociación de cristianos?... Yo no podía concebir que Dios era pobre, que le faltaban recursos, o que estaba renuente a suplir la necesidad de cualquier obra que fuera suya. A mí me parecía que, si faltaban los fondos para una determinada obra, entonces hasta allí, en esa situación, o en ese tiempo, no podría ser la obra de Dios». El paso de fe de renunciar al sueldo de la Sociedad, lo llenó de gratitud y gozo. Desde entonces, confiaría solamente en Dios para su sustento.
fuente: FACEBOOK/Biografias Cristianas
La mayoría de estas biografías (sino es que todas) fueron escritas por del blog desaparecido de biografías de Daniel Dañeiluk autor del OJO PROTESTANTE y otras fuentes...

ATTE.
PASTOR

LUIS E. ALVARADO
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miércoles, 18 de agosto de 2010

¡Tragados por una Iglesia Mundana!


Por: James Smith, Extraido del escrito: "Man's Treatment of Gods People" 1859
Traducido por Karen Villarreal

"Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece" Juan 15:18-19
Tal es el testimonio del Señor Jesús.
Los verdaderos Cristianos nunca han sido los favoritos del mundo--y mientras éste siga siendo lo que es, nunca lo serán. Tampoco el puro y simple evangelio puede ser agradable al mundo, porque deja al pecador en el polvo, y exalta a Dios como supremo y soberano. No nos sorprendamos entonces, si escuchamos mundanas habladurías en contra del evangelio, pues lo que los Romanos dijeron a Pablo, es en buena medida cierto el día de hoy, "Pero querríamos oír de ti lo que piensas; porque de esta 'secta' nos es notorio que en todas partes se habla contra ella." Hechos 28:22
Esta 'secta' originada con Jesús, el odiado Nazareno, que vino al mundo para su bien, y para salvar a Su pueblo de sus pecados. Reunió muchos a Su alrededor--pero ellos eran principalmente los pobres y analfabetos. No había nada en ellos, o acerca de ellos, que pudiera hacerles recomendables al mundo orgulloso y sensual. Ellos eran engendrados de Dios, y hechos nuevas criaturas en Cristo.
Ellos abrazaron la verdad que Él les enseñó.
Ellos guardaron los preceptos que Él les dio.
Ellos copiaron el ejemplo que Él estableció.
Su credo consistía en estos hechos:
que el hombre es un pecador perdido,
que la salvación por obras es imposible, y por tanto todo es por gracia--o nada es;
que el Señor Jesús vino al mundo para tomar el lugar del pecador, cumplir la ley en el lugar del pecador, y morir como el substituto del pecador.
Por tales esperanzas, ellos eran animados,
por tales leyes, ellos caminaron, y
hacia tales objetivos, ellos se encaminaron.
Y sin embargo, hablaron contra ellos y fueron despreciados, porque derramaron desprecio sobre los lujos, orgullo, y honores de este mundo. Ellos fueron tratados como la escoria de todas las cosas, no aptos para la sociedad, no aptos para vivir. "Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece." 1 Juan 3:13
Y sin embargo, como Israel en Egipto, mientras mas eran perseguidos, mas se multiplicaban y crecían; hasta que al fin se extendieron no sólo sobre el imperio Romano--sino que casi sobre el mundo entero. Y si ellos hubieran retenido...
La simplicidad de sus vidas,
la espiritualidad de sus mentes, y
la rectitud de su credo--
¡sin duda habrían rodeado al mundo!
Pero al fin ellos fueron...
cortejados por la realeza,
cargados con riquezas,
se intoxicaron con honores mundanos,
¡y luego su gloria se apartó!
Bebieron del espíritu del mundo,
conformados a sus máximas y costumbres,
buscaron su aprobación y aplauso--y
cayeron de su exaltada condición, y perdieron su dignidad real. La 'secta' de la cual habían hablado en contra en todas partes, con la excepción de unos pocos--fue ¡tragada por una iglesia mundana!

Hay todavía unos pocos, de quienes, como la antigua secta de los Nazarenos, se habla en contra en todas partes. Ellos no nadarán con la corriente. Ellos no comprometerán el honor de su Maestro, o renunciaran a la verdad de su Maestro. Conforme a la luz que tienen--ellos caminan; y ellos se gozan en exaltar al Salvador, humillar al pecador, y proclamar salvación, todo por gracia. Ellos se gozan en ser contados dignos de sufrir vituperio, por Su querido nombre. ¡Lector! ¿Pertenece usted a ésta secta? ¿Existe algo en su religión que es desagradable al mundo, algo que provoque su oposición, o que excite su desprecio? La mente carnal es todavía enemista contra Dios, y si somos a la imagen de Dios--¡el enemigo se manifestará contra nosotros! Si copiamos el ejemplo de Cristo, como fue establecido para nosotros en el evangelio; si testificamos en contra del mundo, que sus obras son malas, y les llamamos al arrepentimiento, como lo hizo Cristo--¡pronto seremos odiados por el mundo!

~ ~ ~
James Smith

http://www.gracegems.org



domingo, 15 de agosto de 2010

¿Qué es lo que Quieres?



Por:
James Smith, 1859
traduccion de: Karen Villarreal Z


La otra noche escuché a un pobre niño llorar amargamente, y su insensible madre estaba muy enojada; hasta que en un fuerte tono ella gritó, "¡¿Qué es lo que quieres!?" No hacia falta gran discernimiento para saber lo que el pequeño necesitaba. Era obvio, y yo se lo podía decir.

Tenia hambre --y queria alimento;
Tenía frio --y queria diferentes vestidos;
Estaba sucio --y queria ser limpiado;
Y estaba fatigado --y queria descanso.
Mientras reflexionaba, pensé que ese niño era la imagen de un pecador que ha sido despertado; y las necesidades del primero --se asemejan a las necesidades del otro. Quizás un pobre, temeroso, y atribulado espíritu, pueda leer estas lineas, conociendo escasamente sus propias necesidades; o el ojo de alguien puede posarse sobre aquellos que tienen un amigo, un pariente, en una baja, depresiva y afligida condición -- y estar listo para preguntarles, "¿Que es lo que quieres?" Si es así, puedo decirte, como en el caso anterior, lo que el pobre quiere es--

ALIMENTO. Alimento para el alma. Ha sido acelerado por el Espíritu Santo, y tiene un apetito por la provisión espiritual. Se siente un anhelo profundo en el interior, que nada puede satisfacer, sólo el pan de vida. Cristo, en su persona, Cristo en su obra, y Cristo en su amor y poder --debe ser el alimento del alma. Leer de Cristo, pensar en Cristo, y tener comunión con Cristo --es alimentarse de Cristo; y alimentarse de Cristo revive, refresca, y satisface el alma.

El pobre, tímido, e inseguro hijo de Dios es propenso a la irritabilidad; quiere hacer realidad su interés en Cristo, disfrutar la presencia de Cristo, y sentir el dulce poder coercitivo del amor de Cristo. El pueblo de Dios debe estar bien alimentado. Hay abundancia de alimento en la Palabra de Dios, y en la casa de nuestro Padre siempre debe haber pan suficiente y de sobra. Que los siervos del Señor coloquen siempre suficiente del pan de vida en la mesa del Señor, que si alguno de los pródigos que han comenzado a estar en necesidad entrare --pueda comer y ser satisfecho. Y cuando sea que encontremos a alguno de los hijos de Sion, preocupado, llorando, y gimiendo --podamos darles un poco de este pan para que coman y bendigan al Señor.

No sólo quieren alimento, sino--

VESTIDO. Por naturaleza estamos vestido en trapos de inmundicia; una vez despertados, tratamos de vestirnos a nosotros mismos con hojas de higuera, o algo por igual inadecuado. Pero somos rápidamente turbados con frío, y nos avergonzamos de aparecer en publico. El solo pensamiento de estar ante la presencia de Dios vestidos con nuestra propia justicia, nos llena de temor, y nos hace clamar, "¡Miserable hombre de mi!" No solo sufrimos de temor --sino que comenzamos a desear parecer por lo menos decentes, luego concordes, y al fin gloriosos.

Cuando percibimos la belleza del perfecto manto de justicia de Cristo, y la consoladora naturaleza de las vestiduras de salvación, queremos poseérlas, vestirlas, y usarlas. Y como ellas son provisión para el pobre, el destituido y el desnudo --surge un a esperanza de que las podemos poseer. Entonces aplicamos para ellas, somos vestidos con ellas, y nos sentimos felices en ellas. Ahora nos gozamos en el Señor, y nuestras almas están gozosas en nuestro Dios. Ya no lloramos, o nos quejamos, o suspiramos; ¡pues estamos abrigados, pacíficos, y seguros!

Nuestras vestiduras no solo nos protegen del frío --¡también nos adornan! No solo nos adornan --sino que nos justifican.

¡Acongojado penitente! ¡ven al armario de la Gracia Gratuita y sé vestido! ¡Pecador desnudo! ven a Jesús, y él...
no solo cubrirá --sino que vestirá;
no solo vestirá --sino que adornará;
no sólo adornará --¡sino que te hará glorioso!

Creyente, vístete siempre en tus mejores ropas. Delante de Dios, viste sólo la justicia de Jesús. Ante los hombres, muéstrate en las vestiduras de santificación, o exhibe las obras y gracias del Espíritu.

No sólo quieren vestido, sino--

LIMPIEZA.El Señor nunca pone el lino fino de la justicia de Su Hijo sobre un sucio pecador--simplemente para encubrir su contaminación, y su vergüenza; ¡sino que él limpia cuando viste! En la fuente que se abre para el pecado y la suciedad, por su palabra y por su Espíritu--él hace limpio al contaminado pecador; y él viste y adorna a aquellos a quienes él ha limpiado.

No solo eso--sino que sin importar cuan sucia el alma halla sido en sus hábitos, gustos, y caminos --ella bebe a la vez, odio por toda la inmundicia, y amor por todo lo que es justo, puro y amable.

No somos limpiados de una vez por todas--pero la fuente siempre está abierta, ¡la cuenca esta siempre llena!Y como a diario necesitamos limpieza--podemos lavarnos diariamente y ser limpios.

Nuestra túnica de bodas nunca necesita ser lavada--pues nunca se ensucia, jamás ha sido hallada mancha alguna en ella; pero nuestra persona y nuestro vestido diario necesitan lavado continuo--y debemos lavarlos y hacerlos blancos en la sangre del Cordero.

¡Oh preciosa fuente que...
limpia de todo pecado,
borra toda mancha,
remueve toda suciedad,
hace al mas contaminado--tan limpio y tan puro como un santo ángel!

¡Vengan entonces, pobres, contaminadas, y sucias almas, vengan a la fuente! ¡Vengan, lávense que él limpia!

¡Ven, diariamente, y lava tus manchas diarias!

¡Ven, pues eres bienvenido!

¡Ven, pues el Señor desea que vengas!

¡Ven, se limpio, se vestido, se alimentado!

No solo quieren limpieza --sino--

DESCANSO. Los pequeños del Señor quieren descanso. Agobiados con culpa, cargados con preocupaciones, y debilitados con pesares--están fatigados. Cansados del mundo. Cansados del pecado. Cansados de estribar en la ley. Cansados de vivir en las cáscaras. Cansados de sí mismos. Cansados de casi todo--necesitan descanso. Han tratado de hallar descanso en los deberes, en las ordenanzas, en algo dentro de ellos; pero han sido dolorosamente decepcionados. No hay descanso para un pecador despierto, en ningún lugar fuera de Cristo. Él no puede descansar hasta que se de cuenta que está a salvo.

¿Podrá el homicida descansar mientras es perseguido por el vengador de la sangre? ¿Podrá descansar el portero mientras lleva la pesada carga sobre su espalda? ¿Podrá descansar el excavador mientras trabaja en el suelo rocoso? Mucho menos podrá un pecador descansar--mientras teme la ira de Dios; mientras sienta la culpa del pecado, o estribe en guardar la ley. Pero al venir a Jesús--él remueve la carga, le rescata de las demandas de la ley, y satisface las demandas de la justicia.

Ninguna cama terrenal fue alguna vez mas suave para el cansado cuerpo del obrero--cómo lo son la obra perfecta y la preciosa promesa de Jesús al pobre pecador condenado por la ley. "Ven," él dice, "venid a mi, todos los que estáis cansados y cargados, y Yo les daré descanso."

Y Su descanso es glorioso.

Su descanso es permanente.

Su descanso es dulce.

¡Cansado pecador, ven, Oh ven a Jesús, y hallarás descanso--descanso para el alma, descanso eterno!

Si el acongojado pequeño, que inspiró éstos comentarios hubiese sido alimentado con saludable alimento, vestido con adecuadas y suficientes vestiduras, limpiado de su suciedad, y acostado en una cálida y suave cama--su llanto hubiese terminado, y su descanso hubiese sido el mas dulce.

De la misma manera, pecador, será contigo--si vienes a Jesús.

Él te alimentará--y dará provisión a tu alma.

Él te vestirá--de tal manera te vestirá, que no envidiarás ningún ángel.

Él te limpiará--y te hará perfectamente limpio.

Él te dará descanso--dulce, tranquilizador, refrescante descanso, tal como el cansado y acongojado bebito disfruta mientras sueña en el suave regazo de su amorosa madre.

¡A Jesús entonces! ¡Apresurense a Jesús--todas ustedes, hambrientas, desnudas, sucias,y cansadas almas!

¡Apresurence a Jesús entonces--y Él, en una palabra, les bendecirá con toda bendición, y salvará con eterna salvación!

@ www.gracegems.org

jueves, 12 de agosto de 2010

El Quien, Qué, Donde, Cuando, y Porqué de la Vida (y un himno)


Traducción de: Karen Villarreal

Y dijo Moisés a Dios: "He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo, El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros; si ellos me preguntaren: ¿Cuál es Su nombre? ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. " Éxodo 3:13-14 RVA


Establece el "quien" de la vida y todo lo demás encajará en su lugar. Escoje mal el "quien" y nada funcionará. el "Quien" de la vida es "Él" --el Dios Eterno, el Creador, el Sustentador de todas las cosas, el gran YO SOY. La razón por la que tenemos tantos problemas con "migo" y "ellos" es porque no le hemos permitido a "Él" hacer Su voluntad con nosotros.

El "Quien" de la vida es conocerle a "Él." Él es mi todo y he depositado por completo mi vida en Sus manos.

Porque de él, y por él, y en él, son todas las cosas. A él sea gloria por siglos. Amén. [Porque todas las cosas se originan con Él y vienen de Él; todas las cosas viven a través de Él, y todas las cosas se centran en y tienden a ser consumadas y terminadas en Él.] ¡A Él sea la gloria por siempre! Amen (así sea). Romanos 11:36 RVA

El "Qué" de la vida es Su voluntad cumpliéndose en mi y a través de mi. Lo que Él desea para mi es lo que yo deseo. Y les dijo (Jesús): Cuando orareis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos; sea tu nombre santificado. Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad... Lucas 11:2 RVA

El "Donde" de la vida
es seguir Su dirección. Yo deseo estar en Su lugar señalado.

Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios: Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.
Salmo 143.10 RVA

El "Cuando" de la vida
es confiar en Su tiempo. No necesito adelantarme a Él ni ser arrastrado.

Todo lo hizo hermoso en su tiempo... Eclesiastes 3:11 RVA

El "Porqué" de la vida es vivir para Su gloria y ser conformado a Su imagen. Hago lo que hago para agradarle a El y regocijar Su corazón.

Y el Dios de paz que sacó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del testamento eterno, Os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo: al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. Hebreos 13:20-21 RVA

©Roy Lessin www.roy.dayspring.com

Da lo Mejor al Maestro

Da lo mejor al Maestro,
Dalo en ofrenda de amor
Él es el único digno,
De recibir lo mejor
Dale tu esfuerzo y tu vida
Dale tu celo y virtud
Dale tu fe no fingida,
Todo en humilde actitud.


CORO: Da lo mejor al Maestro
Él es tu Rey y Señor;
Dalo al Señor, nada es nuestro,
Todo en ofrenda de amor.


Da lo mejor al Maestro;
Nada supera Su amor,
Se dio por ti a Sí mismo dejando gloria y honor.
No murmuró al dar Su vida
Por salvarte del error
Amale más cada día; dale de ti lo mejor.

Da lo mejor al Maestro;
Dale la flor de tu edad,
Y haz de tus años maduros
Fruto de santa piedad
Dale una noble obediencia,
Dale un ardiente fervor,
Dale una limpia conciencia,
Dale tu heroico valor.



martes, 3 de agosto de 2010

El Amor que Perdura PARTE I

Es tan importante que el pueblo de Dios someta cada área de su vida al gobierno y dirección de Cristo; y que no olvidemos que somos llamados a ser luz y sal en un mundo corrompido en sus valores morales, apartados de Dios.


Sin embargo, es triste escuchar de estadísticas que muestran los mismos indices de divorcio entre los "cristianos" y el mundo. ¿Cómo podemos estar bien con eso? ¿Cómo el mundo verá la Verdad de Cristo si no reflejamos Su carácter en los aspectos básicos y áreas vitales de nuestras vidas?


Cómo mujer soltera, me doy cuenta de la necesidad de que los Cristianos solteros estemos al tanto de esta situación y conformemos nuestra vidas a las Enseñanzas de Cristo. El Señor quiere un pueblo que refleje Su carácter en sus vidas publicas, pero también en sus vidas privadas. Si bien el matrimonio es un paso natural en la vida del ser humano según el patrón divino; no es el fin ni debe ser el enfoque de la vida de un soltero/a. Cuando el Señor nos pide que seamos santos, hace el llamado tanto a jóvenes y adultos, mujeres y hombres, solteros y casados y por eso sabemos que no es al llegar a cierta etapa de nuestras vidas que estaremos "realizados" en los planes y propósitos de Dios. Es cierto que Dios tiene nuestro futuro escrito en Su libro; pero su mayor deseo y plan con Su pueblo es que éste sea un reflejo claro de Su justicia y santidad. (Jeremías 31:23)

Cuando pensamos así y vivimos así y anhelamos así, luego todo lo que el Señor traiga a nuestras vidas va a ser algo que recibiremos como un don Suyo, que no usurpa Su lugar en nuestras vidas y que podemos devolverlo a Él haciéndole dueño y Señor de todo lo que poseemos. Así, pienso, siendo verdaderos Cristianos, fieles a nuestro Padre, que amamos honrarle; seremos luz, y sal, y levadura, y cada aspecto de nuestra vida, cada estación de nuestra historia tendrá como fin principal agradarle a El y honrarle a Él y ¡mostrar al mundo cuan grandes cosas ha hecho el Señor con Su pueblo, con aquellos que le aman!

En lo personal, aún me queda un laaaargo camino por recorrer a la Luz de esta Verdad. Mi anhelo es permitirle a Cristo gobernar cada área de mi vida y aunque los estándares de Su palabra parezcan demasiado altos, tengo la confianza y esperanza en saber que no soy yo quien puede obrar estos cambios en mi, sino que Cristo es el Autor y Consumador de ésta fe en la que al Padre ha agradado incluirme. Descansemos pues en tan maravillosa promesa, y honrémosle, rindamos nuestros caminos, y acerquémonos confiadamente al Trono de Su gracia para que hallemos misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4:16).

¿Anhelaremos Sus deseos y propósitos por encima de los nuestros? ¿Confiaremos en Sus promesas de amor cuando nos dice que Sus planes son de bien y no de mal para Su pueblo (Jeremías 29:11) ?...

Como Cristianos nuestros estándares de vida ya no son los del mundo, una vez estuvimos ahí, pero Dios reformó nuestra forma de pensar, nos dio nueva Vida en Cristo Jesús y nos mostró el camino por el que El quiere que andemos. Estamos en el mundo pero no somos de él, eso dijo Cristo, así que también seremos extraños al mundo si seguimos Sus enseñanzas; pero ésto no debe amedrentarnos, ni hacernos vacilar cuando encontramos que Dios tiene un concepto más alto y más hermoso acerca del matrimonio y de cada aspecto de la vida de sus hijos que el que tiene el mundo acerca de estos 'asuntos' que han sido disminuidos y desvalorizados en la sociedad moderna.

Miremos por unos instantes al mundo y veamos si los patrones permitidos por él han dado a luz mejores familias, mejores matrimonios, mejores sociedades y mejores países. Muy por el contrario, el mundo va de mal en peor y no mejorará hasta que acepten que sin Dios ni Su ley en Cristo como guía están perdidos.
Sea que estemos llamados al matrimonio o no, el Señor quiere desarrollar en nosotros un Estilo de Vida que refleje y comunique el carácter de Cristo en el mundo. No impo
rta cuál sea nuestra profesión, lugar de origen o tu estatus social, Dios hace el mismo llamado a todos sus hijos a vivir una vida en santidad y obediencia A PESAR del mundo que nos rodea.

A la luz de ésta verdad, ¿Viviremos hoy para el Señor? ¿Caminaremos con nuestra mirada en la Eternidad o seguiremos como ciegos espirituales, palpando las cosas terrenales a nuestro alrededor?

Dios quiere suplir todas nuestras necesidades en Cristo Jesús, el es un Padre amoroso. Pero porque él nos ama, quiere que nuestro deleite esté unicamente en Él y Su ley, pues sabe que ahí tendremos la verdadera dicha, paz que el verdadero Amor nos puede proporcionar.

Ahora, realiza una pequeña ecuación con migo, ¿crees que si los Cristianos abrazáramos esta manera de pensar y vivir y camináramos de esta forma, los números de las encuestas citadas anteriormente serian los mismos? Pienso que no. Que hermoso resulta ver ejemplos de familias Cristianas donde cada cónyuge ha entendido que su deleite, amor y provisión primordial vienen de Dios. El amor que tienen por su cónyuge y por sus hijos es uno que ha sido moldeado y perfeccionado por la relación privada que tienen con el Padre. Ellos han reflexionado que si los dones de Dios son hermosos, ¡¿cuanto más lo será el Dador de esos dones?!

He hecho mis matemáticas, y he concluido que a fin de cuentas, es el Amor de Dios por nosotros en la Vida de Cristo, ¡el amor que para siempre perdura!

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