~Karen
¡GLORIOSA ES LA HISTORIA!
Resuena el eco indeleble de la esperanza que el Padre ha concedido
A todo aquel que rendido viene a los pies del Hijo, divino Salvador, Enmanuel.
Estimar la vida por encima de Su misericordia no podrá quien pretende a él venir.
Malvados y oscuros somos, nuestros pies al Seol quieren ir.
Hemos odiado a quien nos hizo, hemos violado Su perfecta ley,
no existe esperanza alguna para quien en sí mismo pretenda vencer.
Pecados y culpas inundan nuestro ser, sumida en miseria está toda la creación,
¿Y no vengará Dios Su nombre de una vil raza que le menospreció?
¿Cómo Dios pudo Su justicia satisfacer,
y al mismo tiempo Su misericordia conceder?
Oh! El Hijo Amado, la misma esencia de Su ser,
¡Aquel que ha creado todo cuanto podemos y no podemos ver!
Que inmenso amor nos ha mostrado al obedecer al Padre,
al interceder por odiosos enemigos movido por misericordia sin fin.
Despojado de Su gloria eterna, una misión vino a cumplir,
reconciliar a Si mismo una generación que al infierno merece ir.
No escatimó precio, no buscó honra, sufrió muerte vergonzosa.
¡Los que vino a salvar le aborrecieron,
hicieron burla de Él y le escarnecieron!
Pero en la cruz martirizante, llevando sobre sí todo nuestro mal,
con sus enemigos a sus pies, agonizante exclamó
¡Padre perdónalos, no saben lo que hacen!
¡Oh! ¡Cuan gloriosa Historia!
Al tercer día resucitó, venció la muerte y las cadenas rompió, glorioso al Cielo ascendió.
La promesa de Su Espíritu nos consoló,
la proclamación de Su venida nos encargó eternal comisión.
¿Acaso podría alguno que le ha visto, olvidarle así,
siguiendo el mundano sendero por el cual van quienes le aborrecieron?
Una vida como ésta no podemos con nuestro intelecto imitar,
tampoco lo que hacemos podrá al Maestro igualar.
No queramos cómo el mundo venir a Él sólo por pan,
buscarle por milagros que una vida nueva no puede dar.
El malvado labra su definitivo camino infernal,
codiciando hasta la tumba sin que su carne se pueda saciar.
¡¿Quién es el insensato que escuchando al Maestro hablar,
rasca sus oídos fastidiados y dirige sus ojos hacia el mal?!
¡Miserable demonio! No tiene excusa allí, al Padre conoció, al Hijo vio
pero su corazón codicioso y vil, orgulloso y profano le traicionó.
¡Oh Criaturas insensatas! ¡No os atreváis a levantar la voz
ni por un momento maldigáis el Santo Nombre de mi Salvador!
Justamente al Infierno habrán de parar,
todos cuantos voluntarios siguieron el presuntuoso ejemplo de Satán.
Y tú que le has oído hablar también,
¿No se conmueve tu espíritu, no se derrama tu corazón tras él?
¿Cómo dices que le conoces y que como él quieres ser?
Si amas tanto tus caminos y el control no le quieres ceder.
¿Cómo dices que le conoces y que has caminado con él?
Si tu vida has amado hasta la muerte y has aborrecido la santa cruz que te dejó Él.
No hay manera alguna de al cielo llegar,
ni de ser librado de la culpa que carcome sin parar.
¡No pienses ni por un segundo que tu cruz puedes soltar
e intentar llegar al Cielo sin tener a Cristo en tu mirar!
Cesa ya de glorias desear,
¡deja al mundo en su vanagloria, que su condenación escrita ya está!
¡No seáis insensatos, buscad lo celestial,
llenad vuestras almas de Mi Palabra,
Saciad vuestra sed de mi Infinito manantial!
No quien corre llegará, ni el que acumula para sí tendrá,
sólo aquel que en lo secreto de Mi morada ha aprendido a habitar.
No digas que le conoces, si Su voz no has aprendido a escuchar,
diariamente en el silencio donde Su luz brilla, revelando todo indicio de maldad.
Ven a Él tal cual eres, deja atrás toda apariencia de piedad,
El puede verte por completo y aún así anhela que a Sus atrios quieras entrar.
¡Oh el Hijo ha abierto el camino para que dulcemente podamos morar,
a los pies del Santísimo que digno es de cada suspirar.
A todo aquel que rendido viene a los pies del Hijo, divino Salvador, Enmanuel.
Estimar la vida por encima de Su misericordia no podrá quien pretende a él venir.
Malvados y oscuros somos, nuestros pies al Seol quieren ir.
Hemos odiado a quien nos hizo, hemos violado Su perfecta ley,
no existe esperanza alguna para quien en sí mismo pretenda vencer.
Pecados y culpas inundan nuestro ser, sumida en miseria está toda la creación,
¿Y no vengará Dios Su nombre de una vil raza que le menospreció?
¿Cómo Dios pudo Su justicia satisfacer,
y al mismo tiempo Su misericordia conceder?
Oh! El Hijo Amado, la misma esencia de Su ser,
¡Aquel que ha creado todo cuanto podemos y no podemos ver!
Que inmenso amor nos ha mostrado al obedecer al Padre,
al interceder por odiosos enemigos movido por misericordia sin fin.
Despojado de Su gloria eterna, una misión vino a cumplir,
reconciliar a Si mismo una generación que al infierno merece ir.
No escatimó precio, no buscó honra, sufrió muerte vergonzosa.
¡Los que vino a salvar le aborrecieron,
hicieron burla de Él y le escarnecieron!
Pero en la cruz martirizante, llevando sobre sí todo nuestro mal,
con sus enemigos a sus pies, agonizante exclamó
¡Padre perdónalos, no saben lo que hacen!
¡Oh! ¡Cuan gloriosa Historia!
Al tercer día resucitó, venció la muerte y las cadenas rompió, glorioso al Cielo ascendió.
La promesa de Su Espíritu nos consoló,
la proclamación de Su venida nos encargó eternal comisión.
¿Acaso podría alguno que le ha visto, olvidarle así,
siguiendo el mundano sendero por el cual van quienes le aborrecieron?
Una vida como ésta no podemos con nuestro intelecto imitar,
tampoco lo que hacemos podrá al Maestro igualar.
No queramos cómo el mundo venir a Él sólo por pan,
buscarle por milagros que una vida nueva no puede dar.
El malvado labra su definitivo camino infernal,
codiciando hasta la tumba sin que su carne se pueda saciar.
¡¿Quién es el insensato que escuchando al Maestro hablar,
rasca sus oídos fastidiados y dirige sus ojos hacia el mal?!
¡Miserable demonio! No tiene excusa allí, al Padre conoció, al Hijo vio
pero su corazón codicioso y vil, orgulloso y profano le traicionó.
¡Oh Criaturas insensatas! ¡No os atreváis a levantar la voz
ni por un momento maldigáis el Santo Nombre de mi Salvador!
Justamente al Infierno habrán de parar,
todos cuantos voluntarios siguieron el presuntuoso ejemplo de Satán.
Y tú que le has oído hablar también,
¿No se conmueve tu espíritu, no se derrama tu corazón tras él?
¿Cómo dices que le conoces y que como él quieres ser?
Si amas tanto tus caminos y el control no le quieres ceder.
¿Cómo dices que le conoces y que has caminado con él?
Si tu vida has amado hasta la muerte y has aborrecido la santa cruz que te dejó Él.
No hay manera alguna de al cielo llegar,
ni de ser librado de la culpa que carcome sin parar.
¡No pienses ni por un segundo que tu cruz puedes soltar
e intentar llegar al Cielo sin tener a Cristo en tu mirar!
Cesa ya de glorias desear,
¡deja al mundo en su vanagloria, que su condenación escrita ya está!
¡No seáis insensatos, buscad lo celestial,
llenad vuestras almas de Mi Palabra,
Saciad vuestra sed de mi Infinito manantial!
No quien corre llegará, ni el que acumula para sí tendrá,
sólo aquel que en lo secreto de Mi morada ha aprendido a habitar.
No digas que le conoces, si Su voz no has aprendido a escuchar,
diariamente en el silencio donde Su luz brilla, revelando todo indicio de maldad.
Ven a Él tal cual eres, deja atrás toda apariencia de piedad,
El puede verte por completo y aún así anhela que a Sus atrios quieras entrar.
¡Oh el Hijo ha abierto el camino para que dulcemente podamos morar,
a los pies del Santísimo que digno es de cada suspirar.
¡Ven a él confiadamente, pues ya Cristo pagó por ti,
No hay culpa imputada sobre el alma que ha creído,
indignos somos, pero libre entrada tenemos en él por fin!
No hay culpa imputada sobre el alma que ha creído,
indignos somos, pero libre entrada tenemos en él por fin!
¡Ven conmigo y bebamos de la fuente de Vida Eterna que es él!
Abraza sus promesas y no sueltes la cruz,
ambas son iguales, preciosos tesoros en Jesús.
No pretendas ser como el Maestro sin sus pasos seguir,
sin estar en Su secreto y tu vida por completo rendir.
¡Ven! Y esperemos Su pronta venida, unidos en santidad,
movidos por su Espíritu a una vida de piedad.
¡Honremos al Padre Celestial, que a Su Hijo entregó,
exaltemos Su Santo Nombre en toda la Creación!
¡Unámonos al coro angelical y cantemos gloria sin cesar!
Oh ¡Gloria en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad!
Abraza sus promesas y no sueltes la cruz,
ambas son iguales, preciosos tesoros en Jesús.
No pretendas ser como el Maestro sin sus pasos seguir,
sin estar en Su secreto y tu vida por completo rendir.
¡Ven! Y esperemos Su pronta venida, unidos en santidad,
movidos por su Espíritu a una vida de piedad.
¡Honremos al Padre Celestial, que a Su Hijo entregó,
exaltemos Su Santo Nombre en toda la Creación!
¡Unámonos al coro angelical y cantemos gloria sin cesar!
Oh ¡Gloria en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad!
~ Karen Villarreal
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EL CLAMOR DE MIQUEAS
Valiente y temeroso Miqueas respondió,
Con voz potente sobre los collados dejó oír su voz;
Consumido con el celo de la gloria del Señor,
Declaró a los cuatro vientos el latido de Su corazón.
En tres líneas conmovidas Su deseo descubrió,
Benigno clamor que resuena hasta hoy.
Con voz potente sobre los collados dejó oír su voz;
Consumido con el celo de la gloria del Señor,
Declaró a los cuatro vientos el latido de Su corazón.
En tres líneas conmovidas Su deseo descubrió,
Benigno clamor que resuena hasta hoy.
Miqueas, ¿y qué hiciste para entender la intensión?
Cuando leo entre tus líneas, escucho también Su voz.
Como uno de sus hijos, al humillarte aprendiste la lección,
Y aunque frágil y angustiado no negaste tu llamado:
La labor que el Padre a los Suyos encomendó.
Cuando leo entre tus líneas, escucho también Su voz.
Como uno de sus hijos, al humillarte aprendiste la lección,
Y aunque frágil y angustiado no negaste tu llamado:
La labor que el Padre a los Suyos encomendó.
Te sabías indigno y fue aquella indignación
La que penitente te llevó a los pies del Salvador.
Y entre lágrimas y quebranto un grito de ti se desprendió,
Arrepentimiento santo que al Padre agradó.
Congoja y tristeza sacudieron tu interior
Al ver la tibieza y maldad alrededor.
Y aferrado a Su justicia, tu palabra te consoló:
“Mas yo al Señor miraré, esperaré al Dios de mi salvación.” (Miq.7:7)
Soportaste Su ira, y Él a luz te sacó,
Como Pastor amoroso, tu corazón y el nuestro Él apacentó.
La que penitente te llevó a los pies del Salvador.
Y entre lágrimas y quebranto un grito de ti se desprendió,
Arrepentimiento santo que al Padre agradó.
Congoja y tristeza sacudieron tu interior
Al ver la tibieza y maldad alrededor.
Y aferrado a Su justicia, tu palabra te consoló:
“Mas yo al Señor miraré, esperaré al Dios de mi salvación.” (Miq.7:7)
Soportaste Su ira, y Él a luz te sacó,
Como Pastor amoroso, tu corazón y el nuestro Él apacentó.
Ya Su sangre derramada de tu miseria te despojó,
No hay mas ritos ni holocaustos que te otorguen el perdón.
Escucha una vez más lo que Miqueas declaró,
Y si ¡Ay de mi! has de gritar con él, al ver el horror de tu interior y en derredor,
¡Mira a Cristo! ¡Mira a Cristo! ¡y hallarás consolación! (Miq.7:1)
Y aunque el orgullo como bestia ruja en el corazón
Y la paz éste quiera arrancar de ti sin compasión,
Mira a Cristo quien murió y así te redimió
Y confiado y humillado camina con tu Dios.
No hay mas ritos ni holocaustos que te otorguen el perdón.
Escucha una vez más lo que Miqueas declaró,
Y si ¡Ay de mi! has de gritar con él, al ver el horror de tu interior y en derredor,
¡Mira a Cristo! ¡Mira a Cristo! ¡y hallarás consolación! (Miq.7:1)
Y aunque el orgullo como bestia ruja en el corazón
Y la paz éste quiera arrancar de ti sin compasión,
Mira a Cristo quien murió y así te redimió
Y confiado y humillado camina con tu Dios.
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno,
Y que pide de ti el Señor:
¡Solamente hacer justicia, amar misericordia
Y humillarte ante tu Dios! (Miq. 6:8)
Y que pide de ti el Señor:
¡Solamente hacer justicia, amar misericordia
Y humillarte ante tu Dios! (Miq. 6:8)
~Karen Villarreal
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¡PRECIOSA OBEDIENCIA!
¡Oh preciosa Obediencia!
Disposición del corazón tierna
Suave como la brisa
En una mañana fresca.
En una mañana fresca.
Traes en tus alas divino placer
Contentamiento y paz al alma
Y alegría en el deber
Y tras sus pisadas me haces caminar
¡Pues en Él habitas
Y al Padre me haces mirar!
¡Oh! Su gozo se hace mío
Y al Padre me haces mirar!
¡Oh! Su gozo se hace mío
Cuando a ti te dejó entrar
Y al ser parte de mi vida
¡Logras que a Jesús me parezca más!
~Karen Villarreal