Por: James Smith, en “Una Amonestación Solemne” (A Solemn Admonition, 1859)
Traducción de: Karen Villarreal Z
“Lector, un momento,
Deténgase, y piense:
¡Que Yo soy eternidad!
¡Y usted está en el borde!”
¡En la eternidad! Un joven muchacho, de sólo diecisiete años, ¡en la eternidad!
¡En un fijo, e inmutable, estado eterno!
¡En el Cielo – o en el Infierno!
¡Salvo con una salvación perpetua – o condenado por siempre!
¡Si fue la última, qué temerosa suposición! ¡Y no obstante muchos han ido al Infierno – antes de haber alcanzado los diecisiete años de vida!
“Soy la eternidad – ¡y tu estas en el borde!” Si, aunque tú seas joven, aparentemente saludable, lleno de vida y de vigor -- ¡estás en el borde de la eternidad! Un pequeño accidente, unos pocos días de enfermedad -- ¡y estás en eternidad! ¡Que pensamiento solemne!
¿Qué será la eternidad para ti?
¿Dónde estarás en la eternidad?
¿Tus pecados han sido perdonados?
¿Estas reconciliado con Dios mediante la muerte de Su Hijo?
¿Estas santificado por el Espíritu Santo – y por ende apto para el Cielo?
Si no, recuerda que en el Infierno, no hay…
evangelio,
medios de gracia,
¡ni forma de escapar de la ira de Dios!
Una vez ahí – ¡y tu perdición ha sido fijada para siempre!
Piensa, O piensa…
¡De las espantosas consecuencias de morir en tus pecados!
¡De caminar hacia la tumba en un estado no regenerado!
¡De morir bajo la maldición de Dios!
“¡He aquí ahora el tiempo aceptable;
he aquí ahora el día de salud (salvación)!” 2 Corintios 6:2
¡Lector! Lo anterior fue escrito hace 150 años.
Todos los que en aquel entonces leyeron esta pequeña pieza – ¡están ahora en la eternidad!
Todos los que ahora lean esta pequeña pieza – ¡están en el borde!
“Lector, un momento,
Detente, y piensa:
¡Que Yo soy eternidad!
¡Y tú estás en el borde!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario