A la pregunta: “SI MUERO AHORA, ¿CÓMO PUEDO SABER QUE ESTOY BIEN CON DIOS?”
La Respuesta Está en un Poderoso Mensaje:
Hay un mensaje más poderoso que cualquier otro. Ha liberado a borrachos, roto cadenas de odio, y ha llenado corazones con vida donde sólo la muerte espiritual había reinado antes. Ha tomado a los pecadores que iban hacia el infierno, y los ha colocado firmemente en el camino hacia el Cielo. A través de este mensaje increíble, la gente ha encontrado el perdón de Dios por los pecados más groseros y más terribles. Otros que estaban atados por la religión muerta han encontrado la verdadera vida espiritual. Puede liberar, dar vida, y transformar para siempre. Una mujer vietnamita de 70 años de edad escuchó este mensaje sencillo –y su vida cambió. Empezó a hablarle a la gente. La policía ordenó que se detuviera, porque era contra la ley en Vietnam decir este mensaje. Las personas son encarceladas y muchas son torturadas. Ella se negó a detenerse y fue arrestada. No podía dejar de hablar con los demás presos. Los guardias trataron de impedírselo. La metieron en una caja pequeña con poco o ningún espacio para moverse. Un pequeño agujero le permitia la entrada de aire. Pasaron unas semanas, y su piel comenzó a caerse por falta de luz. La soltaron, pero su terrible experiencia no pudo detener su celo. Ella no podía dejar de hablar a los presos sobre el mensaje que le cambió la vida. Después de un tiempo, ella salió de la cárcel con una advertencia – pero esto no la detuvo. Este mensaje asombroso enseña a la gente a encontrarse con Dios, y estar seguros del Cielo. Se llama EL MENSAJE DEL EVANGELIO. ¡Es la voluntad de Dios que TU lo oigas!
Evangelio significa "Buenas Noticias". Fue predicado por Jesús, Pablo y muchos otros, 2000 años atrás. A través de los siglos se ha predicado a la humanidad. Tú puedes preguntar: “¿Por qué necesito yó estas buenas noticias? ¿Cómo me afecta?” He aquí una breve guía para el mensaje del evangelio. Que TU vida cambie para siempre.
En primer lugar: ¿Por qué es necesario el mensaje?
A) ¡TODOS TENEMOS EL MISMO PROBLEMA!
Tal vez no piensas que este mensaje es necesario, porque no te das cuenta de quién eres y lo que has hecho. Conforme a la Biblia, el primer hombre (Adán) pecó contra Dios (desobedeciendo el mandamiento de Dios al comer del árbol prohibido del conocimiento del bien y del mal), y por lo tanto se convirtió en un pecador. Eso es terrible, porque la ira santa de Dios está dirigida contra todos los pecadores. Nosotros, como descendientes de Adán, nacimos todos con su naturaleza pecaminosa. Nacemos espiritualmente muertos. Lo hemos heredado de Adán. No sólo nacemos pecadores, sino que hemos cometido el pecado. Muchas personas creen que son buenas ante los ojos de Dios, porque son buenas en sus propios ojos. Porque ellos no han asesinado a nadie, ¡y disfrutan de la iglesia!
La siguiente ilustración muestra por qué todos tenemos el mismo problema: Había una vez un concurso de tiro con un arco. Se iba a dar un gran premio a cualquier persona que pudiera dar en el blanco, el centro de un círculo redondo. Muchos participaron, y hubo mucha expectativa de que alguien iba a ganar. El concurso se redujo a los últimos dos arqueros, y nadie había dado en el centro del blanco –de hecho, todos ellos estuvieron lejos de darle al punto medio. El penúltimo arquero sacó su arco y disparó. La flecha cayó al suelo, muy por debajo de la meta. El arquero último sonrió. Señaló su arco, con el objetivo cuidadosamente, y le disparó. Su flecha voló magníficamente por el aire. Parecía atraído por el centro de la meta, pero, fallo por poco. Sonrió con carácter confidencial. Pensó: “Los otros arqueros dispararon tan patéticamente. Mi flecha aterrizó tan cerca del centro; seguramente voy a ganar.” El heraldo se puso de pie, y leyó: “Nadie gana; las reglas de la competencia son que QUIENQUIERA QUE TIRE AL CENTRO del cirlulo, gana. Nadie califica para el premio.” La Biblia declara: “...porque no hay diferencia; por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” No importa qué tanto hayas cumplido las leyes de Dios, no eres diferente a la persona que no mantiene ninguna de las leyes de Dios. Eres un transgresor de la ley y mereces la ira eterna de un Dios santo. El estándar de Dios es la perfección. Ese es un problema, porque todos están destituídos de la norma de Dios, quebrando su santa ley. Es tan difícil para muchas "buenas" personas que van a la iglesia, ver que están destituídas del estándar de Dios. Ellos piensan que van a entrar al Cielo porque son mucho mejor que otros, sin embargo, no hay diferencia. No han alcanzado el objetivo de la norma de Dios de la perfección.
Ninguna persona irá al Cielo por su propia bondad, aunque la mayoría de la gente piense que es buena. La Biblia dice: “Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad” –Proverbios 20:6. Tenemos que dejar de compararnos con los demás (el hacer esto nos hace sentir bien), y medirnos por la norma de Dios. Luego veremos que no hay diferencia, y que todos somos pecadores sucios, mereciendo una eternidad en las llamas del infierno terrible. La ley demuestra que todos nosotros hemos pecado y no hemos alcanzado los estándares de Dios. Hay suficiente espacio para todos nosotros en el infierno.
La gente buena no se cree ser pecadores sucios. ¿Eres como el hombre que no creía que su rostro estaba sucio? Volvió a casa, y su esposa le dijo: “Tu cara está sucia.” Pensaba que estaba bromeando. Se sentía limpio. Después de mucho discutir, su esposa trajo un espejo, y él vio la verdad. Habia una mancha grande repartida en su cara. Ya no podía argumentar que él estaba limpio. Esa es la función de la ley de Dios. Es como un espejo para mostrar a las "buenas" personas que están sucios ante los ojos de Dios, y detiene sus bocas. Ya no podemos discutir y decir que somos buenos ante los ojos de Dios, porque vemos en el espejo que no hay diferencia entre los que son fieles en ir a la iglesia, a los que asesinan, beben y hablan groserías. Algunos son más sucios que otros, pero todos han quebrantado las leyes de Dios.
Dios dice que Él vendrá a juzgar. Después de la muerte, o en la segunda venida de Jesucristo (es decir, Dios el Hijo), los que no conocen a Jesús serán juzgados de acuerdo a las normas de Dios (no por las del hombre). Hay muchas cosas que las personas han hecho, creen que “no son tan malas”, pero ante los ojos de Dios, son extremadamente sucias y dignas de Su ira eterna. ¡Dios juzgará a todos los que no lo conocen, en el Día del Juicio, por LOS 10 MANDAMIENTOS! Esto significa que todos somos pecadores. Todos hemos quebrantado las leyes de Dios.
Si crees que eres una buena persona, y que no mereces el infierno debido a tu religión, buenas obras, por ir a la iglesia, porque rezas y oras, porque das el diezmo, etc. ¡miremos en el espejo para ver si eres bueno ante los OJOS de Dios! ¡Ten en cuenta que todas tus buenas obras y la religión nunca podrán quitar el castigo merecido por quebrantar las leyes santas de Dios! Por favor, considera cuidadosamente las normas de Dios, que nadie ha alcanzado.
MANDAMIENTOS 1 y 2
Está mal tener otros dioses, excepto a Él. Esto puede ser una imagen o cualquier cosa que amas más que a Dios: Ej. el dinero, el deporte, o el deseo incontrolado de los alimentos.
MANDAMIENTO 3
Dios considera que es pecado cuando usas su nombre como una mala palabra, o cuando lo usas a la ligera en una broma. Hasta si has visto una película que hace esto, y no la apagaste, eres culpable.
MANDAMIENTO 4
La ley de Dios declara que debemos guardar el dia séptimo como un día de descanso - exentos de trabajar por dinero. Pocas personas están dispuestas a dar aunque sea un solo día de la semana a Dios.
MANDAMIENTO 5
Debes honrar, respetar y obedecer a tus padres.
MANDAMIENTO 6
¡El asesinato, incluso el odio (el no perdonar), es pecado!
MANDAMIENTO 7
El adulterio, incluyendo la lujuria (por ejemplo, ver pornografía), y el sexo antes del matrimonio, es pecado.
MANDAMIENTO 8
Robar (incluso cosas pequeñas), es pecado.
MANDAMIENTO 9
¡Mentir es un pecado!
MANDAMIENTO 10
La codicia, es decir, desear celosamente lo que pertenece a otros (esposa o propiedad); es pecado.
Como puedes ver, todos somos transgresores de la ley. Esto no es poca cosa. Si tú preguntaras a las almas en las llamas del infierno: “¿Por qué estás aquí?” muchos dirían: "Si tan sólo me hubiera dado cuenta cuán serio era Dios con Su ley. Nunca hice mucho mal. Iba a la iglesia. Yo era tan bueno y creía que Jesús me amaba, y que nunca me iba a mandar al infierno; yo le cantaba a Jesús, pero nunca lo conocí. Nunca me di cuenta que necesitaba que Él me salvara. ¡Pensé que estaba en camino hacia al cielo!" Los pecadores en el infierno están recibiendo el pago por lo que eran y lo que hicieron. Todo el mundo muere. Después de la muerte viene el Día del Juicio (Hebreos 9:27) en el que tendremos que rendir cuentas por todo lo que hicimos en nuestro cuerpo en la tierra. El castigo del pecado es la muerte eterna en un lago de fuego (Apocalipsis 20:14). Ninguna cantidad de buenas obras, ni el asistir a la iglesia, ni el ser bautizado, ni el haber nacido en un hogar cristiano, puede salvar a NINGUNA PERSONA del castigo que merece por desobedecer la ley de Dios. Diez millones de años de ir a la iglesia, cantar himnos, y ayudar a los pobres, no pueden comprar el perdón de una sola mentira (Noveno Mandamiento). (Efesios 2:8,9).
B) TU VIDA BUENA NO SIGNIFICA NADA EN EL DÍA DEL JUICIO
¿Vas a ser como este jugo de naranja en el Día del Juicio?: Imagínate una naranja buena, brillante que fue pelada y puesta en una licuadora, y una naranja podrida se añadió. Los gusanos se movían por los agujeros. Babas verdes, podredumbre líquida cubrió el resto. Se prendió la licuadora. ¡Salió una mezcla podrida que ningún dueño de una tienda estaría de acuerdo en vender! ¿La buena naranja hizo que se hiciera buena la mala naranja? ¡NO! Y así, nuestras buenas obras NO PUEDEN hacer buenas nuestras malas obras (el pecado). El pecado es quebrantar la ley de Dios - 1 Juan 3:4, y "todos han pecado" - Romanos 3:23.
No podemos salvarnos a nosotros mismos. No tenemos la fuerza ni el poder para cumplir con los requisitos de Dios de ser perfectos y santos, ¡y es por eso que necesitamos desesperadamente buenas noticias de algún otro lugar! Estamos espiritualmente "muertos en delitos y pecados" (Efesios 2:1) "sin esperanza y sin Dios en el mundo". Somos pecadores dignos del fuego eterno. NO somos dignos de vivir en la presencia de Dios, ni por un momento - y por lo tanto no podemos entrar al Cielo. Somos dignos del infierno como infractores de la ley (Efesios 2:12). ¡Hasta que nos demos cuenta de nuestro estado ante Dios, no estamos preparados para el mensaje del Evangelio! La ley es nuestro ayo, para llevarnos a Cristo. Eso significa que nos muestra que ante los ojos de Dios, somos pecadores impíos, trapos de inmundicia, dignos de ser arrojados a la hoguera eterna de Dios (¡no importa lo religioso o lo bueno que pensemos que somos, ni lo que los hombres digan que somos!) Nos muestra que somos dignos de las llamas del infierno, y que necesitamos desesperadamente a Jesús.
Una muy buena persona empezó a darse cuenta de que era pecadora ante los ojos de Dios. Ella se desesperó. Su ministro vino y le dijo que él sabía que era hija de Dios, y por eso debía dejar de preocuparse. Se despidió de él, y fue a su habitación. Allí oró y dijo: “Dios, el ministro dice que yo soy Tu hija, pero ¿qué dices Tú?” Ella buscó, y se encontró con Dios. En el Día del Juicio no va a importar si los hombres dicen que eres bueno. Lo único que importará es si tú estás bien ante los ojos de Dios.
Una vez le pregunté a una niña si ella era cristiana. Ella sonrió y dijo que creció siendo cristiana. La miré con cariño y le dije: “Si la Biblia dice que todos nacemos muertos espiritualmente, y que todos nosotros también pecamos, ¿en qué punto empezaste a vivir? ¿De repente empezaste a vivir, en algún momento, simplemente porque te criaste en un hogar cristiano? ¡La Biblia dice que tenemos que llegar a un punto en el que Dios nos perdona y nos hace espiritualmente vivos Es decir, cuando vamos a Jesús como pecadores (lamentándonos de nuestro corazón pecaminoso y de nuestras obras), pidiéndole que nos perdone y nos haga espiritualmente vivos.” Ella me miró y dijo: “¡Es precisamente eso, simplemente no estoy viva!” Mi amigo, ¿estás vivo?
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