sábado, 11 de septiembre de 2010

Vida y Ministerio de George Müller ( II Parte)


1ra Parte aqui

Institución del conocimiento de las Escrituras

Después de varios años de ministerio fructífero en Bristol, con su colaborador: el hermano Craik, sintieron ser guiados a establecer una institución misionera para difundir el evangelio, dentro de y fuera del país. La misma sería conocida como "La Institución del Conocimiento de las Escrituras". Esa incluía una escuela dominical para niños, escuelas diarias para niños, y de igual manera, escuelas dominicales y escuelas nocturnas para adultos, en las que se les instruía con bases bíblicas. La Institución también trabajaba en la distribución de Biblias y tratados, y ayudaba a los misioneros en sus obras.

Las bases para la obra de esa institución tenían que ser iguales a las que los mismos Müller siguieron: confiar totalmente en el Señor para suplir las finanzas, no contraer deudas y no suponer que el éxito de la institución fuera determinado por la cantidad de dinero que daba, ni por la cantidad de Biblias distribuidas, etcétera; pero, más bien el éxito se determinara por la bendición del Señor sobre la obra (Zacarías 4:6). Esto se consigue en la medida en que esperamos en el Señor, orando.

Después de varios meses de operación, oyeron de un huerfanito, quien había asistido a su escuela de plan diario, y se había afanado mucho por su alma a razón de las enseñanzas que había recibido allí. Pero el niño se puso muy triste cuando las autoridades de la ciudad le cambiaron de escuela, a una "casa de pobres" lejos de la escuela. Eso tocó muy profundamente el corazón de Jorge, y él deseó hacer algo para ayudar a los niños pobres.

Primer asilo de huérfanos

En 1835, a la edad de 30 años, Jorge se sintió guiado por Dios a establecer un hogar para huérfanos. Varias consideraciones le guiaron a esto. Él deseaba demostrarles a los creyentes que Dios quería probarse a sí mismo como el Dios Viviente, como fue en antaño con todos los que confiaron en Él. Jorge vio a padres que trabajaban 14 o 16 horas al día para proveer a sus familias. El demasiado trabajo no solamente les hacía daño físico, pero también les dificultaba tener tiempo adecuado para la oración y la lectura bíblica, así que sus vidas espirituales sufrían. Pero los padres que eran concienzudos en esto, apenas ganaban lo suficiente para mantener sus familias. ¿Cómo hacer para que trabajasen menos horas? Jorge quería que ellos vieran que era el Señor, y no el trabajo, el que los sustentaba.

Además había ciertos creyentes que estaban bastante preocupados en cuanto a su vejez, cuando ya no pudieran trabajar. Temían ir al asilo de los pobres. Jorge les quería demostrar, de igual modo, que Dios no desampara a los que confían en Él.

Sumado a todo esto, Jorge vio a ciertos cristianos negociantes que cedían un poco al mal, al igual que los hombres del mundo, para poder salir bien en sus negocios. Él quería que ellos confiaran en el Dios viviente, y que condujeran sus negocios honradamente, y de ese modo salir adelante; porque era Dios quién les bendecía y les honraba.

Además, había quienes trabajan en profesiones que no honraban a Dios, pero los mismos tenían miedo de dejar sus trabajos, y así (temían) quedarse desempleados. Jorge les quería demostrar la fidelidad inmutable de Dios, y Su deseo y capacidad de ayudar a todo aquel que le clama a Él.

Él mismo había confiado en Dios y en Su palabra, y había probado su fidelidad; y a los temerosos, quería animarles a hacer lo mismo. Si ellos le podían observar a él, un hombre sin muchas cosas materiales, establecer y mantener un orfanato por medio de la sola oración y fe, ciertamente ellos se animarían igualmente a confiar en el Señor. Y, posiblemente, los inconversos se convencerían de la realidad y veracidad acerca del vivo y genuino Dios. Y, claro, en su corazón estaba también el deseo de ayudar a los huérfanos, no solamente en aliviar su necesidad material, sino que también, guiarlos al camino de Dios.

Una tarde, leyendo las Escrituras, Jorge se asombró mucho por el texto: "Abre tu boca, y yo la llenaré" (Salmos 81:10). Aplicó lo mismo para el orfanato, le pidió al Señor un local que pudiese alquilar por mil libras esterlinas y por personas adecuadas que pudiesen hacerse cargo de ese trabajo. Dos días después, recibió su primer chelín [una moneda inglesa] para el orfanato. Obreros se ofrecieron a sí mismos. Amigos trajeron utensilios de hogar, muebles, telas para hacer ropas y sabanas para las camas. Una casa apropiada se alquiló. Donaciones en efectivo llegaron. Pero, se requirió 18 meses de diaria oración, antes de que las 1000 libras esterlinas llegaran. Alabanzas a Dios, porque Él supliría, estaban mezcladas con las oraciones; porque Jorge sentía que el mensaje de Marcos 11:24 era muy importante: "...todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá".

Un regalo sacrificador, de 100 libras esterlinas, vino de parte de una hermana pobre, quien no estaba bien de salud y sólo era capaz de ganar muy poco. Ella había recibido una pequeña herencia, y habiendo ya usado una buena porción de la herencia para las necesidades de su familia; ella dio esas 100 libras esterlinas para el orfanato. Cuando le preguntaron si ella realmente debía dar tal cantidad, su respuesta fue: "Él Señor Jesús ha dado su última gota de sangre por mí, ¿no puedo yo darle a Él estas 100 libras?"

Aunque Jorge había orado intensamente acerca de los detalles involucrados para establecer el orfanato, sus necesidades habían sido suplidas; pero había faltado orar por los niños. Cuando el tiempo llegó para abrir el asilo de niños, nadie había solicitado admisión. Entonces, rogó al Señor ansiosamente por postulantes y al día siguiente llegó el primero. Sus intenciones eran las de recibir niños de edades de 7 a 12 años. La casa pronto se llenó. Después de más oración, Jorge se sintió guiado a abrir un hogar para infantes.

Alrededor de un año y medio, después de abrir el primer hogar, el tercer orfanato se abrió; éste fue para varones de 7 a 12 años de edad. Milagrosamente, una casa en la misma calle donde estaban ubicadas los dos primeros orfanatos la habían desocupado y estaba disponible para este propósito. Jorge ahora tenía la responsabilidad de alimentar a 90 personas en cada comida, incluso a los trabajadores. Con una "familia" de este tamaño, Jorge pasó mucho tiempo arrodillado, entregándose a la oración. Él creía que Dios esperaba sus peticiones. Su esposa y uno o dos colaboradores escogidos fueron los únicos a quienes él enteró acerca de las condiciones financieras.


La fe probada

Durante los primeros años de los orfanatos, hubo muchas pruebas financieras. En cierta ocasión, cuando los fondos estaban muy escasos, Jorge convocó a dos reuniones especiales de oración, las cuales duraron desde las 6 hasta las 9 de la noche. Aun en este tiempo, él no mencionó la escasez de los fondos, más bien habló de la abundancia, con la cual Dios estaba supliendo las necesidades. Mientras meditaba en Hebreos 13:8, "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" un sobre le fue entregado, el cual contenía los fondos carentes.

En otra ocasión, Jorge no tenía ni un centavo para los huérfanos, y una mujer, mientras ella oraba sintió el deseo de donarles cinco libras: pero esas se acabaron rápidamente por la gran necesidad. Mientras las pruebas financieras seguían, él escribió:

"El Señor en su sabiduría y amor todavía no ha mandado ayuda. De dónde vendrá, no debo preocuparme. Pero creo que Dios, a su tiempo, mandará ayuda. Su hora todavía no ha llegado... Esta es la hora más dura que he pasado en la obra, por lo que necesitamos; pero sé que todavía he de alabar al Señor pidiendo su ayuda...".

Unos días después escribió: "El Señor misericordiosamente nos ha dado lo suficiente para nuestra necesidad diaria: pero Él nos está supliendo para la necesidad de cada día, y casi a la hora justa, como lo necesitamos...'. Mientras seguía la crisis, planteó convocar a la directiva y decirles de la necesidad. Pero en ese momento llegó una mujer con un regalo, diciendo que se había tardado demasiado en traerlo.

Algunos de los trabajadores daban lo que podían, uno vendiendo su reloj, y otros vendían algunos de sus libros. El Señor mantuvo a Jorge en paz, a pesar que las luchas eran arduas. Y, le permitió estar animado por medio del ver los frutos de su labor. En ciertos casos, como último medio, fueron reunidos todos los trabajadores y les contó de la gran necesidad. Se pusieron de acuerdo a no comprar nada que por lo cual no se pudiera pagar. Algunos de los trabajadores dieron todo lo que tenían. Jorge fue alentado en su corazón por las Escrituras, y, con la ayuda que recibió, animó los corazones de los trabajadores.

Cierto día, se vieron sin otro recurso, que el de vender cualquier cosa que tuvieran a la mano y que no fuera realmente necesaria. Pero antes que esto fuera llevado a cabo, una mujer vino con el dinero suficiente para las provisiones del día siguiente. La mujer se había hospedado durante varios días en la casa de la vecindad, con la intención de entregar esos fondos.

La reacción del Jorge al enterarse del acontecimiento fue así: "El hecho de que el dinero estuviera tan cerca de las casas del orfanato durante varios días, sin ser entregado, demuestra la clara verdad de que, desde el principio, estaba en el corazón de Dios ayudarnos; pero, a razón de que Él se deleita en las oraciones de sus hijos, Él nos permitió orar tanto tiempo; además de probar nuestra fe y para hacer aun más dulce su respuesta. Es verdaderamente una liberación preciosa. Proclamé en voz alta, con las alabanzas y gratitud al primer momento que me encontré solo, después de haber recibido el dinero."

En otra ocasión, los fondos estaban completamente finiquitados. Jorge se sintió guiado a hacer un paseo. Mientras caminaba, se encontró con un hermano, quien le estaba buscando y recibió de ese hermano los fondos que necesitaba para ese día. Si Jorge hubiera salido de su casa 30 segundos más tarde, no se habría encontrado con el hermano, ni tampoco hubiera recibido los fondos necesarios para el día.

Pese a que las necesidades de las casas del orfanato eran grandes, Jorge se sintió impulsado a orar por fondos extras, especialmente para las viudas de la comunidad, puesto que el precio del pan había subido. Luego, un hermano fue guiado a dar un regalo grande para este propósito, el cual asistió a muchas viudas, hasta que el precio del pan bajó un poco otra vez.

En un tiempo de gran necesidad, llegó un regalo de un hermano que tenía una familia grande y un sueldo pequeño. Él, cada vez que su jefe le daba dinero para comprar cerveza, lo apartó; él no usó ese dinero para tal vanidad, pues se había convertido.

Una mujer, que se mantenía de trabajos manuales, sacó sus ahorros del banco y los entregó a la obra que Jorge tenía a su cargo. El corazón de ella había sido tocado por las Escrituras: "Vended lo que poseéis, y dad limosna" (Lucas 12:33); y "No os hagáis tesoros en la tierra" (Mateo 6:19).

A veces en su diario se ve lo siguiente: "Hoy estamos especialmente pobres...". Una vez él anotó: "Después que el Señor ha probado nuestra fe, Él, en el amor de su corazón, nos da de su abundancia, para demostrar que no con ira, sino que para la gloria de su nombre y para la prueba de nuestra fe, nos ha permitido estar pobres...".

Con frecuencia, los trabajadores del orfanato se reunían a orar en la mañana, tarde y noche para que Dios supliese las necesidades.

En una ocasión de crisis, la necesidad del hogar fue suplida por medio del regalo de un misionero alemán pobre, quien apenas estaba comenzando el servicio misionero, y el regalo que les dio era todo lo que tenía. En otro tiempo de gran necesidad, una hermana, quien había tomado la decisión de vender algunos artículos que le habían sido enviados para ese propósito, reportó que, a pesar de que ella no se sentió bien por el hecho y que tardó en traer las ganancias de la venta, con todo eso, había sido tocada fuertemente por una impresión en su corazón de traerlo cuanto antes, y que ella no podía hacer más que llevarlo al hogar. Esos fondos se necesitaban en ese mismo momento.

Un día mientras ellos experimentaban una severa prueba de fe, el Señor puso en el corazón de un hermano, mientras caminaba a su trabajo, dar un regalo para los huérfanos. Ese hombre pensó que no iría al orfanato inmediatamente, pero regalaría algo esa tarde. Sin embargo, el Señor lo hizo sentirse obligado a tomar pasos a las casas de los huérfanos, en ese mismo momento. Si no hubiera sido por su regalo, ese día no habría tenido leche para los niños. Otro día, solamente faltaba una hora para que los niños tomaran el té de la tarde, pero no había nada de comida en las casas: hasta que un hermano llegó en esa hora, con el dinero suficiente para hacer las compras.

En algunos días, la necesidad fue tan urgente que aun los trabajadores sintieron la presión. ¡Pero Dios nunca falló! Esas provisiones "apenas a tiempo" hicieron que Müller exclamara: "¡Verdaderamente vale la pena estar pobre y grandemente probados en la fe, por el motivo de experimentar a diario tales preciosas pruebas, las cuales nuestro Padre cariñoso, con interés amante, nos hace pasar en todos los asuntos que nos conciernen! ¿Cómo puede hacer otra cosa nuestro Padre? Él, quien nos ha dado la prueba más grande que su amor podía hacer —darnos su propio Hijo—, ¿no nos dará también con Él todas las cosas?' (Romanos 8:32).

Jorge pudo escribir: "Aunque nuestras pruebas de fe durante estos 17 meses duraron más tiempo y fueron más agudas que las anteriores, sin embargo no faltaba ni la comida nutritiva ni la ropa necesaria para los huérfanos, durante todo ese tiempo."

Otra prueba de fe fue la de ver morir a su padre y a su hermano, aparentemente sin ser salvos. ¿Qué podía ser más duro? Pero aun en esto, Jorge encontró paz por medio de la palabra de la Escritura: "El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" (Génesis 18:25). De igual modo, acudió a la Palabra de Dios para consuelo y paz, cuando falsas noticias circulaban; las que decían que los huérfanos no tenían suficiente para comer, y que eran tratados cruelmente.

Fuente: http://www.elcristianismoprimitivo.com/jorgemuller.htm

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