viernes, 10 de septiembre de 2010

Vida y Ministerio de George Müller ( I Parte)


Una Vida Cristiana, Una Vida de Oración

El amor de nuestro SEÑOR es sin comparación, sin embargo ¡cuan a menudo parecemos olvidar Quien es nuestro Padre! Que maravilloso don es saber que tenemos libre entrada al trono de Su gracia a través de Cristo Jesús y que si encontramos nuestro deleite en El, él de hecho concederá los deseos de nuestros corazones y suplirá todas nuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. (Filip 4:19)

Aquí, la vida de un hombre que le creyó a El y atestiguó a través de su vida la maravillosa gracia y la infinita paz que solo un corazón que confía en el SEÑOR puede hallar.

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La vida de confianza y dependencia en Dios de Jorge Müller es un gran testimonio de la bondad, fidelidad, poder y realidad de Dios. Y Dios, hoy, igualmente se mostrará a sí mismo a todo aquel que confíe en él.

La ejemplar vida de Jorge Müller, en cuanto a la fe y a la oración, no se puede acreditar a una crianza cristiana. Nació en 1805 en Prusia, y su niñez y juventud carecieron de enseñanza e influencia cristiana. No tuvo Biblia para leer. Su padre le daba a él y a su hermano demasiado dinero, considerando que eran solamente unos jóvenes: eso les permitió seguir en sus hábitos pecaminosos. Sin embargo, después de un tiempo, Jorge se propuso estudiar con empeño, y al fin llegó a aprender seis idiomas, incluyendo el hebreo, el latín y el griego.

Su padre le animó a ser ministro, puesto que eso le serviría a Jorge para darse una vida comodona, y así, cuando él se jubilase, podría vivir cómodamente con Jorge. Por lo tanto, Jorge comenzó a estudiar en un seminario teológico. Aunque era un estudiante religioso, no tenía conocimiento alguno del significado de la salvación, más bien continuaba su vida pecaminosa. Aunque sí, tenía deseos en su corazón de reformarse; pero sus esfuerzos para ese fin repetidamente fallaban.


El cambio

Cuando tenía casi veinte años, fue invitado al hogar de unos creyentes, un sábado por la noche, para asistir a un culto de oración. La reunión consistía de lecturas bíblicas, oración y lectura de un sermón escrito. La misma dejó una gran impresión en Jorge, y se fue a su casa con gran gozo en su corazón. Dios había comenzado una obra de gracia en su corazón, y éste fue el comienzo de un cambio en su vida. Aunque no conquistó todos sus hábitos pecaminosos en este tiempo, su vida sí fue diferente desde ese entonces en adelante. Rompió las amistades pecaminosas, y comenzó a leer la Biblia y a orar.

Él amaba el compañerismo de los creyentes y lo buscaba dondequiera que fuera posible. A veces caminaba hasta veinte kilómetros para poder oír a predicadores santos. Sus condiscípulos se burlaban de él. Cuando le escribió a su padre y a su hermano acerca de la nueva felicidad que había encontrado, su padre se disgustó mucho.

Una nueva luz y la ayuda vinieron a Jorge cuando un profesor, quien era un verdadero creyente: el Dr. Tholuck, vino al seminario. También se reunía con otros estudiantes creyentes que tenían cultos todos los domingos por la noche. Dios usó todo esto para guiar al joven creyente en su camino. El deseo de vivir completamente para Dios creció en su corazón, y él comenzó ansiosamente a prepararse para el servicio del Señor y a orar en cuanto a saber la voluntad de Dios para su vida.

Con los consejos del Dr. Tholuck, quien era temeroso de Dios, Jorge aplicó para ir a las comunidades de los judíos como misionero. Pero le pidieron que fuera a estudiar a Londres por un período de seis meses, como un tiempo de prueba. Su padre estuvo de acuerdo que fuese, pero parecía que había un obstáculo, que no podía vencer: Los jóvenes de Prusia tenían que servir un tiempo en el ejército. Al ser examinado por un médico y declarado físicamente incapaz, Jorge fue exento de comenzar su entrenamiento en el ejército carnal, pero esto le dio la oportunidad de empezar su entrenamiento misionero.

Después de llegar a Londres y estudiar mucho, se puso tan mal de salud que le parecía a él que iba a morir. Pero oró, pidiendo saber la voluntad del Señor, y pronto comenzó a recobrarse. Luego, se fue al campo para recuperarse aun más; y allí, bajo las enseñanzas de un hermano consagrado a Dios, comenzó a comprender que él necesitaba depender más de la dirección del Espíritu Santo, especialmente en cuanto a prepararse para predicar. Con esto, comenzó a dejar a un lado los comentarios y otros libros, e invirtió más tiempo a la lectura y estudio único de la Palabra de Dios.

"El resultado de esto", él dijo, "fue que la primera tarde que me encerré en mi cuarto para entregarme a la oración y meditación sobre las Escrituras, a las pocas horas aprendí más de lo que había aprendido durante los varios meses anteriores. Pero la diferencia particular era que yo recibí genuinas fuerzas para mi alma, cumpliéndolo..."

Cuando regresó a Londres para estudiar, Jorge les sugirió a sus compañeros que se reuniesen por las mañanas, de las seis a las ocho, para orar y leer las Escrituras, y para compartir lo que el Señor les estaba mostrando. Él relató que varias veces, en las tardes, después de un tiempo de devocional, encontró "una comunión tan dulce con Dios" que siguió orando hasta la medianoche, y, luego fue al cuarto de otro hermano, donde pasaron como dos horas en oración. Estando así, demasiado lleno de gozo para dormir, se quedaba despierto hasta las seis de la mañana, para orar con sus condiscípulos.

Su salud comenzó a empeorar otra vez, y sintió que no debía gastar más tiempo estudiando, sino que debía comenzar a servirle al Señor. Fue así, como comenzó a ministrar a los judíos que vivían en Londres y le fue relevada su obligación de servir en la sociedad de los misioneros, para que así pudiese servir a Dios según Él lo guiara.

Aprendiendo a esperar en Dios

No mucho después de dejar la escuela, le pidieron que pastorease una iglesia en Teignmouth. Siendo un pastor joven, llegó a darse cuenta que él no sabía cuál era el mejor texto para la congregación. Comenzó con el hábito de ir al Señor en oración, para decidir cual texto debía usar. A veces estaba de rodillas durante largo tiempo antes de que Dios le diera un texto apropiado. Si nada venía a su mente, calmadamente seguía leyendo las Escrituras en las partes donde él leía a diario, hasta que un texto le era traído a su memoria. También, hubo veces cuando tuvo que ir a los cultos sin texto alguno, pero lo recibió de Dios unos pocos minutos antes de predicar. El Señor siempre le fue fiel en proveerle, si él le había sido fiel en buscar su guianza, en la oración.

Era práctica de Jorge el meditar en el texto o el pasaje que seleccionara, con pluma en mano, escribiendo el bosquejo que venía a su mente. Rara vez usaba otro medio para entender las Escrituras, excepto otras buenas traducciones de la Biblia en otros idiomas. En la mayoría de los casos dependía únicamente de la oración.

Así, Jorge subía al púlpito, confiando que el Señor le traería a la memoria el mensaje en en el que había meditado; y a veces añadió nuevos pensamientos que le venían mientras predicaba. La mayoría de sus predicaciones consistieron en explicar las Escrituras, y se dice que aquellos que escuchaban sus sermones se pusieron fuertes y eruditos en la Palabra de Dios, más que la mayoría de otros creyentes.


Dependiendo de Dios por las finanzas

Unas pocas semanas después de casarse con la Señorita Mery Groves, los dos decidieron que él debería dejar de recibir los usufructos por vender las entradas a la iglesia. No creyeron que tal práctica fuera bíblica, más bien pensaron que la gente debería entrar gratis a la iglesia. Además, dudaban que algunos lo dieran con alegría. Se puso en la iglesia una caja, en la cual la gente podía depositar sus ofrendas para él. A veces las ofrendas fueron muy escasas. Y otras veces, los que administraban el dinero de la caja, tardaron en dárselo a tiempo. Como resultado, hubo veces cuando Jorge y su joven esposa no tuvieron lo suficiente para los gastos.

Pero Dios contestó sus fervientes oraciones, impresionando a algunos de la congregación al darles comida o dinero, satisfaciendose de esa manera sus necesidades, y animándoles en la fe. Ellos dos fueron diligentes para no contraer deudas, escogiendo más bien a vivir sin ellas. Además, deseaban dar testimonio de su plena confianza únicamente en el Dios Viviente.

Jorge escribió: "Esta manera de vivir, con frecuencia ha sido el medio por el cual la gracia ha vuelto a reanimar mi enfriado corazón, y me ha restablecido en el Señor después de un tiempo de reincidencia. Porque no es tolerable ni puede uno vivir en el pecado y a la vez mantener la comunión con Díos, para conseguir de los cielos todas las necesidades de esta vida presente. A menudo, una nueva respuesta a mi oración, cuando la obtuve de esta manera, me reanimó el alma, y llenó de mucho gozo".

A veces, ellos tuvieron que orar para que Dios les supliese la cena, mientras le daban gracias por el almuerzo. Y algunas veces Dios usaba los donativos de los pobres; pequeñas donaciones, pero preciosas, quizás una hogaza de pan.

Al cumplir el primer año de vivir sin sueldo, ellos descubrieron que habían recibido más de lo que solían ganar recibiendo el sueldo. Jorge dijo: "No he servido a un maestro cruel, y eso es lo que me da gozo de demostrar".

Después de un poco más de dos años en Tiegnmonth, fue guiado a mudarse a Bristol. Dios bendijo su ministerio allí y unas personas se convirtieron a razón de su ministerio. Mucha gente pobre vino a sus puertas, y tuvieron oportunidades de ayudarlos de la manera como Dios les suplía, con pan. También establecieron una escuela para niños: a los estudiantes les leían las Escrituras y les hablaban del Señor.


Fuente: http://www.elcristianismoprimitivo.com/jorgemuller.htm

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