viernes, 11 de marzo de 2011

Un Pequeño Pecado


Un Pequeño Pecado

"el pecado... sobremanera pecaminoso." --Romanos 7:13


Guárdate de ligeros pensamientos sobre el pecado. En el momento de la conversión, la consciencia es tan tierna, que tenemos temor del menor pecado. Los nuevos conversos tienen una santa timidez, un piadoso temor de ofender en algo a Dios. Pero ¡ay! muy pronto el primer brote sobre estos primeros frutos maduros es removido por la tosca mano del mundo circundante: la sensible planta de joven piedad se vuelve mimbre después de la vida, tan endeble, tan fácilmente flexible. Es tristemente cierto, que aun un Cristiano puede gradualmente endurecerse, tanto que el pecado que una vez lo espantaba ya no le alarma en lo mas mínimo. Gradualmente los hombres se familiarizan con el pecado. El oído donde el cañón ha estallado no notará el menor de los sonidos. Al principio un pequeño pecado nos espantaba; pero pronto decimos, "¿que no es uno muy pequeño?" Luego viene otro, mayor, y luego otro, hasta que gradualmente consideramos al pecado como un pequeño infortunio; y luego le sigue la impía presunción: "No hemos caído en un pecado abierto. Es cierto, nos desenfrenamos un poco, pero nos mantuvimos en lo esencial. Pudimos haber musitado una impía palabra, pero en cuanto al resto de nuestra conversación, hemos sido consistentes." Así mitigamos el pecado; lo encubrimos; lo llamamos con delicados nombres.

Cristiano, guárdate de como piensas ligeramente del pecado. Presta atención para que no caigas poco a poco. Pecado, ¿pequeña cosa? ¿No es el pequeño insecto coralino que construye una roca que resquebraja la nave? ¿No son pequeños los golpes que derriban altos robles? ¿No son continuas gotas las que desgastan piedras? El pecado, ¿cosa pequeña? ¡Rodeó la cabeza del Redentor con espinos, y traspasó su corazon! Le hizo sufrir angustia, amargura, y aflicción. Si pudieras pesar el menor pecado en la balanza de la eternidad, huirías de él como se huye de una serpiente, y aborrecerías la más mínima apariencia de mal. Mira a todo pecado como aquello que crucificó al Salvador, y le verás que es "sobremanera pecaminoso."

~C.H Spurgeon



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